Author: Anfechen
•12:40
El paisaje cambia conforme el vehículo avanza, del mismo modo el escenario se transforma cuando el segundero, siempre obstinado, avanza de izquierda a derecha sin parar. ¿Qué será lo que le motiva tanto? ¿Es que acaso no va a detenerse jamás? Aquel reloj debería entender que lo que menos necesito en estos momentos es que el tiempo avance. ¿Será que no puede retroceder por mi? Todo indica que no.
Tomo una vocanada del viciado aire y el sol, que al parecer ya ha expirado, no consgiue irradiarme ni un poquito de su calor. Cambio de marcha y reduzco la velocidad en un infantil intento de aplacar la realidad. Pienso que mi pequeño intento de desacelerar todo, logrará que el reloj al menos se congele y me deje llorar.
Una guitarra rasguea lentamente en la radio, aquella música sintoniza con mi alma, también con mis sentimientos de profunda hiperestesia. Supongo que el dolor de perderte semeja una quemadura de primer grado, pero que en lugar de calor sólo extiende hielo a través de mis venas. La muerte congela, la vida obliga a seguir aún cuando todo parece haber pasado a otra dimensión.
Esto es lo que queda de mi corazón, sólo el anhelo de algo imposible, sólo las ganas de verte otra vez y oír que todo era una mentira. Prometo que si me lo dijeran, ni siquiera me enojaría por la broma de mal gusto.
La carretera se gasta bajo las ruedas y la insistencia, también un poco bajo la indiferencia y el frío cemento no toma ni un poco de temperatura bajo el vencido sol.
El motor ronronea suavemente, como si entendiese que cualquier sonido fuerte habría de espantarme.
He llegado al destino que no quería llegar, ahora viene el dolor más fuerte, espero que pase mi umbral. Yo sólo busco la anestecia.