Author: Anfechen
•11:17
25 ventilaciones y 105 pulsaciones por minuto, mi caminar rítmico y acompasado se limita al sonido de un triste piano que no concuerda con la alocada cuidad, sus autos, bocinas y la algarabía que poco entiende de un corazón destrozado por la insistencia de la tristeza. Aún así, es necesario agradecer que la fuerza de roce me permita avanzar a aquel destino que quiero y simultáneamente no deseo llegar. Elimino pasos de a poco, gastando las suelas de mis zapatos y pensando que de alguna manera aquel concreto también se gasta cuando mis 50 kilogramos, distribuidos en 206 huesos, una escasa cantidad de tejido muscular y aún menos de adiposo, avanzan obstinadamente de un lado a otro de la calle. Es cierto, debería pensar que no sólo yo transito por la calzada, que un sin número de vehículos y otras personas unidos a mi lograrían machacar en algo el insensible cemento. Pero me veo sola, y cuando se está sólo con un corazón roto y un alma pegada con tela adhesiva de dudosa calidad, no es momento de pensar en unidad, ni mucho menos en multitudes, cuya sensibilidad no sobrepasa la de un hacha mal afilada…
El camino se queda atrás mientras avanzo, los rayos del sol impactan contra mi blusa blanca e inmediatamente se reflejan, los que alcanzan mis brazos desnudos inciden directamente en mi piel y crean algún daño celular del que me arrepentiré en unos cuantos años. Eso me recuerda dos cosas; es verano y la capa de ozono está cada vez más delgada, vivo al fin del mundo y por tanto, probablemente el agujero del que tanto se habla puede estar justo sobre mi acalorada cabeza.
De pronto sin notarlo, mi destino aparece de forma súbita e inevitable, puedo explicar claramente cómo llegue a este lugar, pero me es imposible decir el por qué. Sé que no me hace sentir mejor el estar a metros de un cuerpo que a diferencia del mio no ventila, en una situación que de seguro nunca pasó por mi limitada mente. Es que nunca imaginas que la realidad será precisamente como es…Terrible, malvada y cruel.
Author: Anfechen
•13:29
Faltaba poco para que dieran las 7 PM y Anfechen debía apresurarse, en aquella plaza plagada de sonrisas forzadas que ocultaban corrCursivaupción y maldad sobre trozos de lona enmarcados, la esperaba Tok, el muntante que hacía que su corazón comenzara a dibujar extrasístoles auriculares en un lapso de segundos. Al fin pudo tomar un colectivo que la llevase a aquel antro, y ahí estaba Tok, guapo como siempre, con una sonrisa que iluminaba sus pequeños ojos chispeantes. Al verla corrió a buscarla y le mostró un hermoso plumón mágico capaz de escribir todo lo que quisiesen en aquellos burdos carteles de propaganda electoral, los mismos que, según Johan eran una asquerosa contaminación visual.
En un rápido movimiento que, según Anfechen generaba grandes sospechas en los transeúntes, Tok rayó el primer cartel dibujando signos de dinero ($) en los ojos del candidato de derecha, un facho abominable parecido a Draco Malfoy, y tardaron poco en comprender que el mágico plumón presentaba signos evidentes de agonía, en otras palabras estaba guateando de lo lindo. Fue por ello que decidieron comprar en la librería más cercana plumones más geniales, gruesos, poderosos y cuya tinta se mantuviese hasta el fin de los tiempos en el méndigo cartel. Una vez obtenidos los plumones, decidieron enfrentarse al mundo hostil y en la plaza abarrotada de gente, que probablemente podía ser encargada de cuidar los carteles, comenzaron a escribir mensajes en los rostros descorazonados y estáticos de los políticos. Es cierto que era mejor robarlos, pero no contaban con un dragón volador capaz de transportarlos a la velocidad de la luz, y honestamente, si hubiesen tenido aquel dragón le habrían sugerido que por favor los quemara todos de una vez.
Algunos curiosos observaban con caras de enfado, no obstante, eran lo suficientemente buenos cuidadanos y decentes como para no regañar a los mutantes que rayaban a los cartelitos. Fue por ello que el rayar los carteles del facho Draco Malfoy y su séquito de cuicos desinteresados por el pueblo y cuyo único afán es gobernar para lucrar aún más, también conocido como Piraña, fue más sencillo de lo que imaginaron, aún cuando estaba rodeado de personas.
Probablemente se pregunten, ¿Por qué estas creaturas rayaban los carteles? ¿Será por sus genes mutantes? Ciertamente, NO, fue porque estaban hartos de oír que gente de nuestro mismo estrato socioeconómico que acordaremos en definir como, no cuicos, insistan en la ingenua idea de pensar que a Draco y sus secuaces les interese realmente la pequeña y mediana empresa o la educación de sus hijos. Existen evidencias claras de que el sujeto ("Así quiere Chile", bajo su propiedad). Pero aquello no era todo, ¿Es que acaso realmente alguien podría creer en sus buenas intenciones, si mentía descaradamente en cuánto al dinero ga$tado en su campaña? Anfechen y Tok pensaban que una persona que realmente desea hacer surgir un país, gana votos con argumentos en lugar de carteles absurdos y gastos descomunales en contaminación visual, medioambiental y MORAL. Sin embargo, eran tantos los comentarios oídos que quisieron que aquellos carteles dijesen un poquito de verdad, aunque fuese por algunos minutos.
Así todo marchaba excelente, hasta que decidieron ir en busca de Cesario Sin Tierra, un buen hombre con similares ideas que de seguro querría participar en la noble acción de rayar, y secundariamente, eliminar los carteles Pirañisticos y Walkerianos, que realmente eran los más numerosos y desagradables.
Luego de no encontrar a Cesario Sin Tierra, caminaron en busca de más carteles, allí lograron la gran hazaña de rayar uno enorme con todos los mensajes, pero antes tuvieron que subir a un muro, batir los plumones y comenzar a rayar. Lo complicado era obtener una buena letra y rapidez al mismo tiempo, ya que la mayoría de la población no lee geroglíficos ni letras feas, esas sólo las entienden los señores que leen recetas en las farmacias y/o fichas clínicas. Entonces, sin pensar más de la cuenta, con el plumón en la mano izquierda comenzaron a escribir no sólo con tinta, también con sueños e ideales de una sociedad más justa. Una vez terminado el acto, bajaron de un salto en busca de más carteles, alcazaron a rayar uno y medio más, cuando un sujeto de aspecto, francamente marginal, comenzó a vociferar en un flluido coa, toda clase de improperios. Anfechen y Tok de forma instintiva decidieron correr, pues cuando alguien vocifera de ese modo sólo queda algo que hacer, huír por tu integridad física. Simultáneamente Tok pensó; "Al fin entiendo el modo en que Piraña disminuirá la delicuencia, ahora los delicuentes trabajarán cuidando su propaganda". Mientras, alientaba a Anfechen, cuya única oportunidad de correr de forma decente y sin tropezar se presentaba en este tipo de ocasiones, a que ganara más velocidad. Mientras tanto, el sujeto que gesticulaba en coa y agregaba pequeños vocablos en español, se aproximaba peligrosamente. Anfechen sentía como el aire se acababa y en fracción de segundo creyó que los atraparían, pero luego la adrenalina se apoderó de su torrente sanguíneo, llegó hasta tus piernas y comenzó a correr de ese modo que sólo utilizaba para huír de los pacabineros u otros entes opresores. Agradeció que aquel primitivo rasgo de supervivencia humana no hubiese abandonado a su especie aún. Tok pensaba que no sería bueno que los encontrasen y continuaba preocupado de que Anfechen no se detuviera pues los resultados serían desastrozos considerando la frágil estructura física de su compañera. Entonces, luego de correr dos cuadras y otro poco, tuvieron una idea, debían seguir corriendo y ocultarse en algún lugar, el primero en que pensaron fue la casa Cesario Sin Tierra, y aunque este no se encontraba, permanecieron allí por un periódo de tiempo considerable que les devolvió el color al rostro y les permitió sentirse a salvo. Luego de agradecer la hospitalidad fueron camino a casa, aún pensando en que el brigadista flaite podría esperarlos afuera con más de su bello lenguaje y gesticulaciones. Por fortuna, incluso los brigadistas flaites se cansan de correr y esperar, así que pudieron volver a sus respectivos hogares. Mientras, dentro del bolso de Anfechen, los plumones tintineaban a la espera de realizar más rayas.
FIN
Author: Anfechen
•20:26
Han pasado 1468 días, 36.986 horas, demasiados minutos y aún más segundos. Podrás comprender que te fuiste pero el tiempo siguió su alocada carrera como cuando estabas, el mundo sigue avanzando hacia el fin del mundo del que solías hablar. Acertaste, tú no alcanzarías a estar para presenciarlo. Yo siempre creí que te ganaría esa apuesta, es que siempre uno cree que la gente que ama no se irá nunca, tu me entiendes, para mi eras inmortal. De haber sabido que te irías esa noche, habría pasado todo aquel Domingo junto a ti, te habría hablado de mis planes, no sé si lo sabes pero me temo que de ti heredé la sed de justicia, al menos eso dicen. También mencionan que era tu regalona, y yo recuerdo aún esas veces en que deseaba ser más grande para llegar más rápido a tus brazos. No creas que he olvidado cuando te enfadabas, es sólo que el tiempo me ha enseñado que era más que esperable tu reacción, me diculpas por haber sido ignorante en aquella época y haberme sentido por algo que no podías evitar.
Te extraño mucho, ya no me gusta este mes y antes lo adoraba, porque era el más cercano a diciembre, a las vacaciones y la idea fantástica de ir a cosechar maíz y que prepararamos mi plato favorito. A veces quisiera arrancar cada año la página de noviembre del calendario, en un infantil intento de borrar del año el mes más catastrófico de mi vida. Es que te me vas cada año, de nuevo en ese agradable y terrible mes...
Me gusta cuando apareces en mis sueños, y ya no rechazo tu presencia ilógica. Aún sabiendo que es imposible que estés, me agrada mirarte sonreír.
Author: Anfechen
•5:19
El sol peleaba con la nubes en el vano intento de aparecer en todo su esplendor mientras éstas en una obstinación sin precedentes insistían en ocultarle. Bajo esta encarnizada lucha, sobre el tejado de una vieja construcción que amenazaba con desplomarse estaba Ángel, acaparando la atención del viento que gustaba de enredar su cabello dorado. Su decisión era clara, anhelaba que aquel viejo edificio cediera al paso del tiempo y la acción del amoniaco que dejaban las palomas, quería que de una vez por todas se redujera a escombros, y por su puesto, quería caer junto con él. Pero aquel hermoso día no llegaba jamás, llevaba ya dos años completos viviendo en aquel lugar, ya había bautizado a casi todas las palomas que se posaban sobre él, y francamente, con el correr de los meses los nombres involucionaban en creatividad, al punto de que el último ejemplar se llamara Terminator 4. Sin embargo, no todo era tan tedioso, de forma puntual el sol le deslumbraba cada mañana, al atardecer veía como corrían los niños del colegio a la casa,y cual espectador de una obra teatral se iba enterando de las historias y problemas. Por ejemplo, Diego, el pelirrojo retraído que moría de amor por Lucía, una adolescente preciosa que asistía en su mismo curso ya comenzaba a entablar conversaciones más consistentes con la muchacha. Cuando los veía Ángel suspiraba, si parecía que era ayer cuando el pobre de Diego lloraba por su rechazo pateando piedras. Bueno, era la ley de la vida, por la misma razón el reloj avanzaba en sentido horario y no antihorario, o al revés, quién sabe. ¿Por qué se le habrá ocurrido al genio que hizo el reloj y decidió contar cada uno de los segundos que vivimos en este mundo, que debían las manecillas viajar hacia la derecha y no a la izquierda? Probablemente, porque como la mayoría de la población, el sujeto sería diestro. Claro, pensó con indignación, los diestros y sus letales formas de discriminación que incluso nos hechan en cara a cada minuto que somos una minoría de zurdos. Luego rió por la extraña conclusión, el mundo funcionaba como le acomodaba a la mayoría, pero la mayoría no le acomodaba a él.
Continuará
Author: Anfechen
•14:44
Camino por la orilla de un sendero franqueado por lo árboles, son enormes y altos alámos, con sus hojas amarillas y otoñales, la brisa es fría y despeina mis risos. No intento anudarlos otra vez, solo dejo que el viento me despeine y acaricie con su frio y acogedor abrazo. A fin de cuentas, sólo me queda el otoño...
He decidido doblar en la vuelta de la esquina, me aburrí de los alámos y su otoño desgarbado, ahora el frío cemento mojado me espera anhelante, las gotas de lluvia rebotan la acera, y mis risos se alisan con la lluvia, que se vuelve cada vez más y más fría. El paisaje se ha vuelto espesoy blanco, un paraguas rojo se ve a lo lejos, es lo único colorido de este día, y por cierto, es algo artificial, pues la naturaleza quiere sólo calma...
Continúo en mi caminar y ahí están las flores alérgenas, paseando de un lado a otro, felices y por supuesto, muy exesivamente primaverales. Son alegres y regalan alegria y alergia en cantidades industriales, no sé que me producen, quizás sólo la inagotable fuente de emociones cambiantes de Noviembre. Toneladas de tristeza pintadas en forma de estrellas en aquel firmamento inquietante que se vuelve aún peor cuando hay luna llena...
Fugaz y rápido aparece también el amor, como la brisa de primavera en medio de un parque verde diseñado para que el corazón lata por algo más que sangre y oxígeno en su alocado trote adolescente.
Aún no me canso, quiero continuar agotandado pasos de forma lenta y desgarbada, porque no decirlo, probablemente algo agotada, ahí está el angustioso sol de verano, molesto y nefasto, odioso y ocioso. Pero a fin de cuentas, cargado de descanzo...
Ya ha anochecido, he comenzado a trotar por las calles, ya no veo nada, pero simultáneamente de todo, no sé de donde provienen pero hay violines por todas partes. En una alocada carrera, que compite con mi corazón inyectado de adrenalina los violines suenan sin cesar, atractivos e insinuantes. No sé donde están, pero sí que mis pies ahora danzan, una puerta se cierra de golpe, ahora otra más. Continúo corriendo, la noche sigue siendo noche y todo está desierto, todo salvo mi imaginación, ya que los violines siguen sonando. Ahora también hay luces, luces de todos los colores y formas, parecieran danzar en ese mismo alocado y delicioso ritmo que escucho. He llegado a una estación sin etiqueta, pues llueve pétalos de rosa, naturalmente rosados, y no me extrañaría ver también caballos alados.
Estoy donde quiero estar, sola, pero siempre contigo, que probablemente no seas más que mi imaginación, un puñado de arena, o una gota de sangre que avanza oxigenando mis sueños. Tú que para mi eres todo, y para otros nada. Contrucción social, creación de la imaginación del hombre en su afán de respuestas, no me importa cuanto se sepa o se escriba de ti, tampoco que nadie entienda qué significas para mi. Tú, arrebato de imaginación convertido en estación.
Author: Anfechen
•19:37
La vida podía seguir resultándome todo lo desastrosa que yo quisiera, e incluso podía continuar inventándome o desentrañando viejos problemas sólo para mortificarme...
Podía inventarme también un mar de miseria y acongojarme por los males que nos atacan a diario, directa o indirectamente, por la indiferencia y la injusticia. Por esto o también por lo otro. Podía, realmente, hacer lo que quisiera. Pero ahí estaba él, quizás sin notarlo, entregándome el más hermoso gesto de alegría.
La vida podía resultarme injusta y vil esta mañana, hasta llegar a su transparente y radiante mirada. Entonces comprendí lo sencilla que es la vida, y lo fácil que es ser feliz cuando algo tan simple como entregar una sonrisa y recibir otra a cambio te llena el alma de alegría.
Y ahí estaba, con sus ojos oscuros mirándome desde los barrotes, privado de varias cosas propias de su entorno, pero aún así sonriendo como respuesta a mi sonrisa. No nos comunicamos con palabras, pero sí con sonrisas y muecas, el me señalaba con los dedos, y eso significaba para mi el gran logro de ocupar algún pequeño sitio en su corazón al menos por este día. Con tan sólo 9000 grs, con verle sólo unas cuantas horas, el notar cómo se sentía mejor, inmediatamente me hizo comprender que el mundo es del modo que lo queremos ver.
Puedo sentirme como quiera sentirme, pero sin duda, hoy quiero sentirme como él me hizo sentir; feliz por el único hecho de verle sonreír.
Author: Anfechen
•14:06
Me pregunto si algo podrá unirnos ahora, o si algo alguna vez nos unió. Es probable que no, pero atrapada por su inigualable genialidad quise creer que podríamos tener un mundo eterno en común. Sumergida en estos pensamientos me sorprendió una ola de realidad que no sólo me salpicó con frías gotas de sal, me desplomó también del sitio donde estaba y me envió a un lugar en dónde todo es concreto, tal cual funcionan habitualmente mis pensamientos. Concretos, limitados e infantiles, con respuestas claras y precisas, pero que simultáneamente exigen más de de lo que deberían...
Entonces llegué hasta acá, la fría acera me recibió con los brazos abiertos y sonriendo me explicó que es muy difícil, que el ideal de aquel mundo mental que me cree, coincidiera con lo que acontece en realidad, del mismo modo que mi sombra no refleja con claridad el color de mis ojos, de mi piel, cuando sonrío o cuando riego el piso con lágrimas...
Fue por eso que decidí caminar hasta a aquel puente y observar el vaivén de aguas que buscan un mejor sitio que el que las vió nacer, se contaminan y al llegar al mar descubren que nada podía ser mejor que el puro inicio que les brindó la cordillera. Pero así funciona la vida, y nadie es capaz de frenar el agua para explicarle cuán equivocada está al correr hacia abajo y no hacia arriba...
Así como puede ser que nadie sera capaz de frenarme de cuán errada estoy yo por querer lo que quiero y aborrecer lo que aborrezco. Es que...¿Quién soy yo para juzgar qué es mejor o peor para el agua? Soy todo y al mismo tiempo nada...
Author: Anfechen
•13:35

Es primavera, el clima ha cambiado y las flores me llenan de alegría y alergia de modo simultáneo.

Es primavera y la luna de modo insistente querrá estacionarse en el cielo noche tras noche, las estrellas me observarán desdeñosas, mientras la dueña del cielo oscuro continúa recordándome lo que no quiero recordar.

Es primavera y el sol tibio no podrá darme la energía que necesito, esa que pareciera que se fue contigo...

Es primavera y las nubes van a abandonarme para que el orgulloso cielo muestre sus colores al ocultarse el sol, no lo culpo, las tonalidades más hermosas van a iluminar los ojos de los enamorados...

Es primavera y por supuesto que te extraño, aunque odie con el alma aquello de recordar fechas es casi inevitable obviar todos los estímulos que me recuerdan como brillaba la luna, el aorma que despedían las flores, la suavidad con que me acariciaba el sol y lo feliz que parecía que seguiría siendo todo cuando se desvaneció el último latido de tu corazón...

Es primavera y te envió un poquito de mi cariño al soplar un diente león, sigo creyendo que estás en el viento, o en aquel lugar sin mal ni tiempo.
Author: Anfechen
•16:44

Francamente no sé de qué hablamos cuando nos referimos a la independencia de este pedazo de tierra ubicado al fin del mundo, reconocido en otros lugares por una sanguinaria y cruel dictadura o por los vinos...
18 de Septiembre de 1810 Primera Junta Nacional de Gobierno seguida de batallas, muertes, sangre derramada que supuestamente le dio el rojo a aquel curioso trapo que me obligan a llamar BANDERA. Y una larga historia sin fin comienza a hilarse en torno a este territorio, pero qué hay detrás de todos los héroes, padres de la patria, pugna política entre izquierda y derecha, discriminación, lucha contra indígenas y símbolos patrios. Chile un país como todos o como ninguno, otra colonia española, estadounidense o de quien quiera tomarla.
¡Señores! No vengan a hablarme de INDEPENDECIA! a menos que la RAE considere que para nosotros este pseudo y mugroso corte del vínculo con eso que para algunos es la "madre patria" nos trae libertad por ser un pequeño trozo de tierra al final del gran mundo...Banderita Chilena y escudo tricolor, ramadas, chicha, rodeo, empanadas, cueca, parada militar y cuánta porquería más se les ha ocurrido atribuir como nacionales, no son más que invenciones baratas carentes de sustento real, de aquello que como pueblo necesitamos...
Viva CHILE! Y los sueldos ya no alcanzan para abastecernos!
Viva CHILE! Y con un vasito de chicha brindemos por la falta de pan en cientos de hogares improvisados en algún campamento!
Viva CHILE! Y con empanadas celebremos este nuevo año de conmemoración de aquello que trató de ser el inicio de una independencia que a casi 200 años no se ha logrado!

Viva CHILE y que las muertes que fueron en vano suenen un poco más heroicas...

Viva CHILE y que la división de clases sociales no se note tanto con un par de vinitos, ya que Piñera y don Juanito celebraran este dieciochito.

Viva CHILE mi alma! que este año hasta los mapuches participaron de la parada militar me pregunto si recordarían a esos honorables carabineros que con espíritu social los reprimen cada año en alguna manifestación en nombre del orden y patria.

Viva CHILE! que ya se acaba este 18, vuelvo a clases y me pregunto Qué pasará con la LOCE y LGE?...que siga viviendo chile y mientras tenga voz seguiré diciendo que no creo en esta patria que no respeta al pueblo, que vulnera a los vulnerables y fortalece a los más ricos, que vela por los intereses de las empresas y reprime a los reprimidos.
Author: Anfechen
•16:11
Hoy es un día triste.
La violencia policial nuevamente se hace presente de una manera insoportable en el Pedagógico (UMCE). Tras la salida de un pequeño grupo de encapuchados (no más de 10), Carabineros “de Chile” sitió la universidad con Fuerzas Especiales y guanacos sin dejar alternativas de escape tanto a estudiantes, académicos y funcionarios.
Después del sitio, el ingreso fue brutal llegando a los pastos cercanos al departamento de HISTORIA Y GEOGRAFÍA donde a punta de zorrillo y muchísimos gases lagrimógenos dispararon cobardemente a las salas de clases baleando a una estudiante de Castellano en la cabeza quien se desplomó sobre la mesa del profesor y pese al impacto socorrimos en seguida.
Mientras que a los pocos minutos un académico de la carrera de Historia y Geografía recibió un disparo en su oreja. Ambos están en el Hospital El Salvador y la Posta Central respectivamente.
Los medios de comunicación masivos se desentienden o simplemente mienten, como lo hace por ejemplo Terrahttp://megagalerias.terra.cl/galerias/index.cfm?id_galeria=43725 Por ello usamos esta pequeña vitrina que es internet para develar la verdad.
La única verdad es que: GENTE INOCENTE RESULTO HERIDA, GENTE INOCENTE RESULTO DETENIDA, encapuchados no habían y la violencia continúa…pero por qué? cuál es el objetivo de estos funcionarios? Funcionarios públicos que no nos defienden, que al contrario nos agreden. Cobardes que se disfrazan en cuerpos verdes quedando totalmente impunes.
Esperamos que este comunicado llegue a todos los rincones de Chile y quizás más allá. Que quede patente que esta “democracia” sigue teniendo mucho de autoritaria y arbitraria, donde el espíritu de la dictadura sigue vivo en los limitados cerebros de la fuerza pública, en la Constitución y en las políticas de Estado.
Como comunidad universitaria evaluaremos las medidas a tomar a partir de mañana,y esperando que sea sociedad civil la que emita el sano juicio.

POR FAVOR SE RUEGA DIFUNDIR ESTE MENSAJE

Es un mail que he recibido hoy, me parece importante compartirlo, con la impotencia en el alma y un grito en la garganta, no queda más que difundir.
Lamentablemente debo admitir que no me sorprende, hace bastante tiempo que comprendí que lo único que hacen las fuerzas armadas y de orden es desordenar y amedrentar al pueblo, aquello de protegernos no era más que un cuento de niños.
Así es señores, el estado no busca más que reprimirnos a través de la manoseada democracia, las fuerzas armadas no buscan más que dispararnos en lugar de cuidarnos. "Orden y Patria" es su lema...pues debo gritar enardecidamente que ni orden ni patria! Sólo un poco de justicia y la posibilidad de reclamar por nuestros derechos es lo que necesitamos.

Author: Anfechen
•15:21
Su voz era amplificada por un megafono pequeño, su mensaje era fuerte y claro, sin eufemismos, sin miedos, era tal como decía; su verdad. Como era de esperar, los transeúntes caminaban de un lado a otro, algunos ignoraban la existencia de la mujer, mientras otros se debatían entre escuchar o seguir a su destino sin interrupciones. Petrificada en la otra acera observé con atención, no es lo mio analizar el comportamiento social, eso es territorio de mi amado. Sin embargo, me permitiré expresar que fue entonces cuando entendí que en mi pequeña ciudad que evoluciona día a día, se ha estacionado aquel terrible nubarrón de individualismo, esa franca falta de atención hacia lo que aqueja a otros, sin notar siquiera que los problemas de aquella mujer son los propios, sin detenerse a pensar que ante males homogéneos se requiere de una lucha en conjunto. La falta de atención a aquella madre desesperada por los frutos podridos del capitalismo, la injusticia y fraudulencias gubernamentales, no es más que el reflejo de la propia resignación ante la explotación del empresario descorazonado hacia el obrero, el mismo que, porque no decirlo, se encuentra aquejado por una enfermedad crónica heredada de los tiempos de represión y dictadura; el miedo. Sí, pues no es novedad ninguna que gran parte de la generación nacida y educada en aquella época, prefiere juzgar por loco, anarquista, comunista, o hasta delicuente a aquel que alza la voz por una injusticia, que difiende un derecho que jamás debió ser vulnerado.
Entonces, es mejor vivir en un mundo de fantasía, donde una tarjeta de crédito te hace sentir dueño del mundo (pues compras un plasma y te dan un DVD en cómodas 24 cuotas que te harán pagar dos veces el valor del televisor y el regalo) en lugar de esclavo de algún empresario que no conoces ni te conoce, pero que no obstante se satisface del dinero que juntas día a día con el sudor de tu frente. Curioso, pero así funciona el mundo, todos los sabemos, a todos nos molesta, todos lo reclamamos en alguna cena familiar cuando sale el tema, mi duda es...por qué no todos nos juntamos un día y le gritamos eso a alguien. ¿Aún queda miedo? Ah, claro está, nuestra bonita democracia se alegra de regalar lágrimas y golpes a quienes protestamos, se siente satisfecha y segura de tener un arsenal de violentos carabineros, esa arma de doble filo, que no sabes si te cuida o agrede cuando piensas diferente. O qué tal si todos dejamos de comprar en aquellos lugares, qué tal si boicoteamos las multinacionales, esos monumentos y templos del dios dinero.
La mujer terminó su discurso, esperaba que la escuchase el gobernador de Los Andes, pero éste jamás se asomó, supongo que para el no es importante el gran problema que aqueja a una pobladora de su ciudad...supongo que me equivoqué cuando creí que realmente estaban ahí para velar por nuestros intereses. Quizás por esa razón me hierve la sangre el saber que aquel fofo individuo come y se viste gracias a todos nosotros, el pueblo que se niega a oír, los que paramos su propia olla y platos de comida. Injusto, sencillamente injusto, que un ser humano con la misma cantidad de cromosomas se crea tan superior como para no escuchar el problema de alguien exactamente igual a él, a diferencia de un simbólico cargo que sólo lo vuelve más despreciable...
Las palabras finalizaron, el megafono fue apagado, la mujer bajó la cabeza cansada, mi amado y yo aplaudimos con más energía que nunca, alguien se contagio y también aplaudió, entonces aquella señora desapareció entre la multitud de la atestada calle Esmeralda. El gobernador jamás pareció enterarse de nada, honestamente me sobraban las ganas de quebrar un vidrio del maldito edificio, pero recordé que así no se consigue más que entregarle argumentos al enemigo, el que se jactará de civilizado por no violentar, aunque nos violenten a diario con las injusticias cometidas, aunque sus modos de agresión sean inmensamente superiores y nocivos, sin medir entre el uso de golpes físicos o el empleo de químicos...qué vendrá luego, inoculación de algunos virus en nombre del "orden y patria", francamente, no lo sé.
Author: Anfechen
•18:56

Aquel libro me observaba de forma acusadora, no es que me afectara tener un bien público en mi poder y robarle algo al estado, lo que en realidad me abrumaba era no entregar el libro a la única trabajadora de la biblioteca municipal, la bella bibliotecaria, sólo porque esta no tenía voz.

Ya había pasado una semana desde entonces, y de forma infantil había tomado colectivo cada día para no toparme con ella en la micro, una terrible decisión para mi presupuesto, pero mucho peor para mis ganas abominables de verle aunque fuese de lejos. Sí, era contradictorio, me debatía entre ver su hermoso rostro de nuevo, y desentrañar el significado de cada una de sus miradas de misterio, enfrentando la noticia más sorprendente de mi vida. Y la cómoda idea de fingir que la mujer más atractiva del universo no existía.

Sin pensarlo más de la cuenta, tomé el libro y mi chaqueta, esta tarde iría a la biblioteca, hablaría con ella, me disculparía por ser tan vergonzosamente estúpido y leería, aún no me acostumbraba a la idea, todos sus papeles impresos. Eso sí, hablaría de forma normal, eso era lo que más temía en realidad, qué tal si comenzaba a hacer señas con las manos o alzar la voz cual si ella fuese también sorda. Debía prepararme para no volver a hacer eso, pues al parecer, le incomodaba. Bueno, a quién no, de seguro me veía estúpido gesticulando.
El camino fue eterno, al fin llegué ante el portero, ahí estaba ella, hermosa como siempre enfrascada en un libro, curiosamente, era igual al que yo devolvería. La observé por algunos minutos, hasta que al fin hablé.- Hola, vengo a pagar la multa de este…libro.-Me interrumpí cuando sacó su mirada de las hojas y la lanzó a mis ojos con un dejo de indignación y sorpresa. Luego me extendió la mano para recibirlo y comenzó a teclear en la computadora, tomó una hoja de oficio y un plumón para escribir con números gigantes el total de la multa. Pagué de inmediato y le pregunté si podría invitarla a un café, ella negó con la cabeza y me miró, ahora sí, con auténtico enfado.

No me moví de ahí, quería que me escribiese algo, lo que fuese. Me ignoró por completo durante toda una hora, comenzó a oír a Bach y menear la cabeza mientras dibujaba algo que parecía una historieta. Dibujaba bastante bien, la historia era novedosa y entretenida, con mensajes sociales, lo sabía, la chica debía ser una revolucionaria. -¿Cuándo la termine puedo verla?- pregunté con cautela, ella me miró por un momento, parecía debatirse entre una buena o mala respuesta, al final sonrió y me miró de un modo que no necesitó palabras para reforzar nada. Aquí y en cualquier lugar del mundo eso era un, “de acuerdo”.

Observó el reloj y tomó rápidamente su abrigo, se desordenó el cabello para ocultarlo bajo la boina y me señaló un cartel que decía.-“No voy a quedarme horas extras”.- mientras sonreía. Aprovechando aquella oleada de buen humor, le volví a invitar a un café, nuevamente me miró asintiendo con la sonrisa más pura que he visto. En respuesta a eso, mi corazón comenzó una acelerada carrera, sé que le sonreí de forma refleja, y sin pensarlo tomé su mano. Para mi sorpresa, no me golpeó, se ruborizó un poco, observó nuestras manos y retiró la de ella delicadamente, luego sonrió nerviosa y comenzó a correr. Como era de esperar la seguí, cuando al fin llegué a su lado, aún sonreía. Me observó inquieta, buscó en su portafolio y me mostró la hoja que decía.- “¿Cómo está/s?- Como nunca, respondí. Su mirada inquisidora, ya no era gélida, si no que tierna, sus ojos eran una mezcla entre verde y miel. Estoy feliz como nunca había estado antes, agregué. Buscando en su portafolio, seleccionó tres hojas que decían;
-“Tú vida no ha tenido muchas emociones entonces, amigo”, “Que tal si vas a un parque de diversiones” y la última decía “¿Cuál es su/tú nombre?
Respondí a todas de una vez.- Ha sido bastante emocionante y no sabe cuánto, los parques de diversiones no me agradan, son una oda al capitalismo, ¿Hay algo peor que cancelar por divertirme? Mi nombre es Franco. Ella observaba sonriendo, mientras levantaba un nuevo papel que rezaba -“Anticapitalista = amigo”.

Aunque nunca fuimos por el prometido café, paseamos por una alameda hasta que el sol se ocultó, las horas pasaban muy rápido en su compañía. Fue muchísimo más cómodo de lo nunca imaginé, probablemente porque su rostro era tan expresivo que en ocasiones no necesitaba el respaldo de las hojas para saber qué quería decir. Esa fue la primera vez que regresamos juntos en la micro, me ofrecí bajar antes y dejarla en la puerta de su casa, pero se negó rotundamente.
Pensé en ella todo el camino a casa, realmente la felicidad me desbordaba, no era como la imaginaba para nada, era increíblemente diferente a todas mis expectativas y por lo mismo aún más atractiva.
En varios mensajes de texto le conté que escribía para un diario local, que repudiaba el capitalismo como semilla de todos los frutos podridos que tenían el mundo en esta evidente decadencia, y que clandestinamente, luego de mi horario de trabajo imprimía una revista que enunciaba todos aquellas noticias que el diario omitía por la evidente manipulación política sobre los medios de comunicación masiva.

Así pasó el tiempo, y cada día intercambiamos más ideas, a medida que transcurrían los meses, Carla ya no empleaba tanto su portafolio, sino que escribía con una caligráfica letra gotica varias de sus ideas. Aunque no sabía nada sobre su familia o amigos, aunque no conocía su casa, ni sabía de donde salía para tomar la micro, ella se transformó irrevocablemente en parte de mi vida, no sabía nada de su mundo concreto, pero sus ideales eran tan tangibles como los míos.

Ya habían transcurrido los dos meses más bellos de mi vida, cuando aquel lunes primaveral la esperaba con un ramo de flores. Como de costumbre el paradero estaba vacío, ya que Carla solía surgir de la calle en su apresurada carrera. Sin embargo, no apareció. El conductor esperó unos minutos más y luego me observó incrédulo.-¿La niña está enferma hoy?- No lo sé, respondí, no la veo desde el viernes. El me miró sin entender. No es mi novia, agregué, más quisiera yo…, somos amigos, sólo la veo en los trayectos y cuando la recojo del trabajo, no sé dónde vive. El sonrió y me dijo, ya veo. Es curioso sabe, desde que la conozco nunca ha faltado a trabajar, tiene una salud envidiable. Su comentario, me preocupó muchísimo más.

El camino a mi trabajo fue difícil, por más que le envié mensajes no obtuve respuestas. Al llegar al diario vi algo sorprendente. Un enorme mural con la primera parte de su historieta me observaba intranquilo. En la parte inferior derecha, negras letras góticas firmaban con su nombre.
Mi día de trabajo fue terrible, la ansiedad definitivamente nunca fue mi amiga, esa tarde corrí literalmente a la biblioteca, que se encontraba misteriosamente cerrada. El portero me preguntó por ella, y entonces supe que no obtendría más información en ese lugar. Busqué a Marcos, su amigo, el sujeto tampoco sabía nada ni conocía su dirección. Todos coincidían en una sola cosa, Carla jamás había faltado al trabajo. Un día de ausencia, no obligaba a nadie a preocuparse, a nadie que no fuese yo. Para ellos resultaba fácil, sus corazones no latían al compás del de ella. Francamente, estaba desesperado, algo me decía que no la vería más. Mi misteriosa amada le hacía honor a su nombre, ni siquiera en su lugar de trabajo conocían su dirección, al parecer muchos parecían evitar entablar mayores conversaciones con ella, de seguro por su “escucha activa”.
Luego de tres asfixiantes días sin la bibliotecaria, decidí buscarla de veras, entonces agradecí por mis rasgos psicópatas, le había tomado una fotografía escondido, y comencé a mostrar su foto en los alrededores de donde debía estar su casa. Para mi sorpresa, nadie parecía identificarla, la mujer del portafolio, mi amada Carla, sólo parecía ser visible para el sujeto de la micro.


Fin
Author: Anfechen
•15:04
Una ilusión rota más, a quién le importaba, ¿Debía importarme? ¿Es que acaso en algún momento creí que tendría alguien a quien comunicarle algunos de mis pensamientos? En realidad, sí lo había pensado en algún momento. A mis 22 años la vida avanzaba rutinariamente, probablemente por mi empleo silencioso de bibliotecaria, pero a quién quería engañar, era el mejor trabajo para alguien como yo, una mujer sin voz. Sólo debía señalar los letreros de “buenos días”, “qué titulo desea”, y otros. Por otra parte, la biblioteca municipal no era el sitio más frecuentado de la ciudad, y ya conocía a casi todos, razón por la que mis frases predeterminadas volvían muy prácticas las conversaciones.
No era infeliz por mis años de escucha activa, como solía llamar a mi inhabilidad de articular pensamientos, ya que me había otorgado de forma obligatoria la capacidad de analizar el comportamiento de quienes me rodeaban, y de algún modo observaba eso como una ventaja.

No siempre fui muda, hasta los siete años hablaba como los demás, mi voz se apagó junto con la de aquel hombre, esa gris tarde de mayo. Recuerdo que vivíamos en la calle, decía que me había encontrado siendo muy pequeña, y que no le había quedado más remedio que cuidarme, creía que era lista y que sería el legado de sus ideas. Creo que en el fondo me quería, me atrevería a decir que como un padre, aunque no lo demostrase. Era un agitador de masas, capaz de mover montañas de personas con elocuentes discursos poco comunes en un indigente, sus palabras evidenciaban que vivía en la calle por rechazo al sistema más que por destino, solía decirme que no le harían callar a menos que su voz fuese destrozada, tenía fe en que alguna vez yo pudiese encender los ánimos como él. Aquella tarde los tumultos fueron más allá de lo esperado, lo detuvieron y lo último que me dijo fue.-Mantente a salvo, no hables.-Entonces comprendí que las armas podían más que los argumentos cuando estos no eran realmente escuchados. Siempre pensé que debía ser muy difícil tratar de explicar a un militar con fúsil en mano, alguna palabra diferente a “fuego”, o “alto al fuego”, dudaba que en su cabeza pudiese ingresar información adicional a cómo jalar un gatillo, o cómo humillar más a un ser humano. Cualquier cosa que rompiese sus esquemas, ensuciara sus uniformes, o peor aún, insultase a los símbolos que les otorgaban seguridad, resultaba peligrosa y pronta a extinguir. De seguro, para aquellos pobres uniformados, era abrumador oír a aquel hombre gritarles que abrieran los ojos, que eran manipulados por un gobierno, que en lugar de defender la patria estaban manchando la historia con sangre inocente, y de paso sumando ceros a la derecha de las ya suculentas cuentas de los comandantes ante los que debían humillarse y cuadrarse a diario. Supongo que tanta información en tan poco tiempo, los asustó tanto que jalaron el gatillo, cual si las balas cambiasen esa realidad tan molesta, como si aquello viviese en una persona y no en sus propias vidas.

Luego de huir despavorida, concluí una sola cosa, los gritos no conducen a nada bueno, las voces no son buenas. Alguna parte de mi cerebro, esa que debía trabajar para que mis cuerdas vocales vibrasen a voluntad generando sonidos, se bloqueó para siempre.
A veces, cuando me sentía fuerte, segura e invulnerable, intentaba inútilmente emitir sonidos, pero el resultado siempre era frustrante.
Pasaría algún tiempo para que me enviaran a un hogar de menores, obtuviese algo de educación y consiguiera lo que obtuve hasta ahora. Esa era la historia de mi vida, una historia que nadie conocía, no era algo digno de ocupar frases en el portafolio, no quería parecer vulnerable, ya generaba lástima por mi “escucha activa”, sumar la triste historia del porqué, sólo empeoraría las cosas.

Tenía un solo amigo, Marcos, cada viernes me invitaba a un café para hablar interminablemente de su trabajo, de las muchachas que conocía y luego disculparse para agregar.-¿Algo que escribirme?- Yo sonreía, irónicamente y escribía algo desagradable que le hacía reír.

De vuelta a la realidad y al presente, entré a la biblioteca enfadada, arrojando el abrigo y encendiendo la radio de forma brusca. El portero me siguió preocupado, ¿Ocurre algo Carla?- Mostré el cartel predeterminado que más me representaba en esos momentos.- Todo mal, vete al diablo. El sonrió y me dijo, tienes problemas del corazón, me burlé y esta vez escribí.- ¿Desde cuando eres cardiólogo?- El siguió silbando y hablando del amor. El amor y un fastidio, pensé, entonces continué con mi habitual labor de plagar el portafolio de imágenes buenas, de esas que dicen más que mil palabras. Lo que de verdad me enfadaba era el no tener que escribir algo nuevo en mi portafolio, siempre las mismas frases, nadie a quien decir algo para lo que no existiesen palabras. Al no hablar, tenía la ventaja de pensar bien antes de escribir, y hasta ahora, nunca había sentido la necesidad de inventar una palabra nueva, para expresar un sentimiento descomunal.

No sé qué me hizo creer que el sujeto de la micro aparecería como algo importante en mi vida, quizás su mirada transparente, diferente a todas las demás, su nerviosismo al hablar era sencillamente…tierno. Lo observé atentamente, de un modo más discreto que el suyo, claro está, quizás nunca lo notó. Es extraño, pero la vez que me siguió al trabajo, no sentí ganas de golpearle, quería que me hablase, saber de él.

Atendí con frases pesadas a todos los concurrieron a la biblioteca ese día, todos notaron que algo me pasaba, y en lugar de enfadarse por mis malas palabras sonreían, cual si fuese un bebé diciendo groserías. Mi frase más usada durante toda esa semana fue; "Cuando hables procura que tus palabras sean mejores que el silencio".

¿Fin?





Author: Anfechen
•18:20
Caminaba apresurada como de costumbre, con su delgada silueta envuelta en aquel abrigo negro. Un maletín en la mano derecha y bajo el brazo izquierdo un portafolio tapizado de fotografías en blanco y negro recortadas de algún diario que gritaban de todo; desde mensajes sociales, hasta imágenes de bombas nucleares tachadas con un plumón. Nunca había hablado con ella pero aquel portafolio me daba a entender que pensaba como yo. La muchacha debía ser una revolucionaria, de esas que no necesitan gritar para expresar mil ideas con la sola mirada. Ah…su mirada, eso sí que me daba para escribir cientos de novelas. Sus ojos eran de un color indefinido e indescriptible, decir que eran de color miel, verde, azul o violeta era pasar por alto aquella amplia gama de colores que destellaba cuando pestañeaba.

Al fin alcanzaba la micro, al parecer siempre se retrasaba y debía correr agitando los brazos para que el chofer la esperara, éste ya la conocía, así que sonreía al verla subir. También yo, pero la diferencia es que para mi el viaje era el mejor momento del día sólo porque estaría más cerca de ella, y porque como siempre, viajaría todo el camino preparándome mentalmente para entablar alguna conversación con ella. Lo que en estos dos años, nunca había ocurrido. Siempre se sentaba en un lugar vació, como todo el mundo, entonces yo maldecía el hecho de que tomará la micro justo luego de que el centenar de escolares se bajase. Bueno, quizás era más lista que yo y calculaba ese gran detalle para poder viajar más cómoda. El caso es que no llegaba el día en que se sentase junto a mí, y esto sumado a mi timidez reducía las posibilidades de entablar alguna conversación a cero.

Para los demás podía ser una pasajera más, pero para mi era un misterio disfrazado de mujer, por ejemplo, jamás en estos dos años había escuchado su voz, al subir a la micro saludaba con la mirada, mostraba una tarjeta al micrero y éste le sonreía de vuelta. Tampoco la oí contestar su celular, al parecer sólo recibía mensajes de texto, al menos el tono del mensaje era de mi agrado. Durante el viaje leía, algún libro que extraía del maletín, mientras balanceaba la cabeza al ritmo de una música que sólo ella oía en su mp3. Cuando era hora de bajar, arreglaba su boina inclinada y acomodaba sus oscuros rizos, entonces salía, nuevamente apurada a un destino que yo desconocía.

Mis amigos creían que estaba enloqueciendo, y se burlaban de mi timidez al momento de hablar con una dama. Yo me excusaba con el hecho de que ella era diferente y de seguro intimidaría a cualquiera. Como ocurrió el día en que traté de ayudarla a bajar y me observó con una gélida mirada que bastó para que entendiese que me estaba enviando al demonio. Después de eso presté más atención a su portafolio, la muchacha también era feminista.
A veces me preguntaba si en su mundo existiría lugar para un loco como yo, al parecer no había notado jamás cómo la miraba, siempre infinitamente concentrada en lo que sea que estuviese escuchando, miraba el paisaje absorta en pensamientos que cambiaban el tono de su mirada, de gris a verde, de verde a azul.

Seguirla parecía la idea propia de un psicópata, sin embargo era el único modo de saber algo más de la misteriosa dama del portafolio. Así, un lluvioso viernes de junio, en que ella caminaba a su destino, yo falté al mío.
Sin saber qué me esperaba, entré a la biblioteca municipal, ella saludó con una sonrisa al portero, colgó el abrigo y la boina, su cabello desordenado fue atrapado al instante por unas horquillas, y se ubicó tras el mostrador. De seguro notó que la seguí, pues me observó de un modo inquisidor. No me reclamó ni me preguntó qué se me ofrecía, sino que señaló un cartel que hablaba por ella, diciendo.-“Buenos días, en qué puedo ayudarle”.- Entonces el tic-tac del gran reloj, me indicó que era hora de ir a trabajar y dejar en paz a la bella bibliotecaria. Sin responder corrí, mientras inventaba una excusa mejor que la realidad en caso de ser sorprendido por mi jefe.

Como era de esperar una vez que salí del trabajo fui hacia la biblioteca a buscar cualquier libro, y excusarme por mi torpeza en la mañana. Al entrar ella se paseaba de un lado a otro en puntillas, danzando música clásica, cuando me vio se sonrojó, fue hasta el mostrador, bajó el volumen de la radio y me sonrió como disculpándose. Yo comencé diciendo que en la mañana había ido en busca de un libro, ya que parecía menos vergonzoso y enfermo que la verdad. Ella me miró de modo comprensivo y me guió hasta la sección donde yo debía encontrar el dichoso libro. Luego se fue a recortar más fotografías de periódicos que pegaría en su portafolio. Bastó que tomara su abrigo para entender que era hora de irme, a decir verdad ese día planeaba irme charlando con ella en la micro de vuelta a casa, pero un sujeto rompió mis ilusiones, cuando noté que la invitaba a tomar café y ella asentía con una gran sonrisa.

Tuve que esperar hasta el lunes para verla otra vez, tiempo suficiente para armarme de valor y ensayar algunas frases. El trayecto hasta el paradero en que subiría la retrasada y misteriosa bibliotecaria, fue francamente agotador para mis torpes dedos, que golpeteaban la ventana de la micro de manera ansiosa. Al fin, subió y de forma instintiva levanté mi mano, saludándola como si fuésemos amigos desde siempre. Ella pareció algo contrariada, sin embargo algo tenía mi cara, pues decidió sentarse junto a mí. De forma nerviosa le saludé, y le pregunté si podía ir esa tarde a la biblioteca a dejar el libro prestado. Era una pregunta estúpida, ya que ese día debía ir por regla. Ella sonrió asintiendo con la mirada. Luego hizo algo para lo que nunca estuve preparado…

Abrió su portafolio y señaló una hoja plastificada impresa que decía.-Hola, ¿cómo está/s?- Me tomó algunos segundos comprender que la muchacha era muda, inmediatamente pensé que tampoco oía y empuñé mi mano con el pulgar hacia arriba diciendo bien con la mejor sonrisa que pude gesticular. Ella me observó un instante, negando con la cabeza y volteó varias veces sus plastificadas hojas hasta encontrar la que deseaba y me la mostró.-Soy muda, pero no sorda, oigo perfectamente.- Entonces, rebuscó en su bolso y me mostró los audífonos de su mp3 con una sonrisa. Me sentí realmente estúpido e incómodo, así que no hablé más. La bella mujer me miró de un modo extraño, casi desilusionada, entonces rebuscó en su bolso, se instaló los audífonos y comenzó a oír su música y balancear la cabeza como solía hacerlo. Me limité a observarla a través del reflejo de la ventana, aún avergonzado e incómodo, probablemente por el gran número de veces en que había imaginado su voz, a mi parecer debía ser grave y decidida.
Llegada la hora, ella alzó su mano en señal despedida, arregló su boina y comenzó a caminar apresuradamente.
Ese día no fui a la biblioteca, ya no me importaba pagar la multa, simplemente no sabía qué hacer si veía de nuevo a esa mujer sin voz.

Fin
Author: Anfechen
•13:33

Observo por la ventana las nubes de un frío día blanco, ya pasó la lluvia, ahora viene la parte de soportar las temperaturas bajo cero, nada difícil, viviendo en Los Andes ya estamos bien acostumbrados a eso. Mis dedos delgados teclean rápidamente tratando de regalarte un poema, un verso o un cuento, mientras mi imaginación trabaja a mil por hora tratando de crear una historia bonita de esas que te gustan. Sin embargo, otra parte de mi cabeza me muestra un cuento mucho mejor, donde los personajes principales forman parte de una familia muy especial, alegre y bonita, una donde se bromea todo el tiempo y hay lugar para todos.

Es la historia de mi vida, de mi familia, de esa que tú y mi mami formaron con tanto cariño. De pronto retrocedo unos 16 años y puedo verme jugando a vender ceniceros y toda clase de objetos de la mesa de centro, mientras tu tratabas de ver las noticias o algún partido, luego tomando los mechones de tu pelo para peinarte con mis diferentes moños, y tú siempre con una paciencia infinita para escuchar mi interminable canturreo de absolutamente TODO lo que había hecho en el día. Lo que no ha cambiado mucho hasta ahora, salvo que en lugar de el colegio hablo de la U y el hospital, ya no sólo de los compañeros, también de los pacientes.

De pronto recordé mis tarjetas del día del papá, los testamentos gigantes y llenos de dibujos raros. Es probable que hoy cambie el modo de decirte cuánto te quiero, que ya no dibuje corazones turnios y chuecos, pero no cambia todo el amor que te tengo. Porque a mis 20 años papito, puedo seguir afirmando con la misma convicción que "Eres el mejor papá del mundo". Porque, siempre has estado conmigo, y conforme crezco, vas ayudándome cada vez más. Porque una vez más repetiré, que si alguna vez te he hecho sentir orgulloso, es sólo el reflejo de lo que has sembrado en mí. Así, desde pequeña me enseñaron a ser honesta y luchar por lo que consideramos juntos sin rendirnos por los obstáculos que inevitablemente van a presentarse.

Agradezco cada momento que me has entregado, cada cosa y todos los abrazos, las veces que has tenido que oír mis berrinches, frustraciones y lágrimas, porque cada una de esas veces me has hecho entender que cada problema tiene solución y en esa solución siempre ha estado toda la familia.

Infinitamente gracias, por el sacrificio y el esfuerzo, ese mismo que me heredaste. Con un gran abrazo y sin tener que contar más cuentos, te deseo un día muy bonito y muchas felicidades.

¡Feliz día Papá!

Author: Anfechen
•9:02



El semáforo prendió su luz roja, es hora de bajarme de aquel cálido auto y enfrentar la fría mañana, el aire es incapaz de despeinarme, voy disfrazada de persona seria, mis rizos están enfadados y anudados en una elegante trenza, mientras cientos de horquillas luchan por mantener mi rostro despejado de algún inquieto mechón de cabello.
Mis labios están suavemente maquillados, eso para que parezca que tengo más de 19 años, yo camino rápido, en parte para llegar temprano y en parte para alejarme del frío. No respiro por la boca en todo el tortuoso camino hacia la calidez del hospital, ya que no sería bonito enfermarme y en lugar de cuidar contagiar a un paciente.
El camino es como siempre, rápido, cientos de perfumes me despiertan, el aroma a flores de una mujer alta, rubia y elegante, el olor a pino y madera de un hombre de maletín, la fragancia a uva de una estudiante de colegio. Todos caminan tan rápido como yo, pero no se si todos respiran de forma irregular para no llenarse la boca de aire frío, quizás eso sólo lo hago yo, porque no tengo amígdalas y detesto el dolor de garganta que sobrepasa mis límites de tolerancia.
Al fin he entrado a aquel lugar cálido, el hospital, allí todos corren, tanto para entrar como para salir. Comienzo a saludar con un “buenos días” de la forma más alegre que puedo, pues ahora estoy respirando bien.
Ha llegado la hora de ponerme la toca, cada vez que hago eso, pienso que es el broche de oro para mi disfraz. Entonces el día entero actuaré como una persona sin problemas, tranquila, serena y confiable. Como lo hace el ejecutivo desconocido del banco, el señor que vende el diario, la dueña de casa que debe mantener todo perfecto. Todos ocultando cada uno de nuestros sentimientos.
Alguien falleció en el servicio, sé que estará mejor en aquello que exista luego de la vida, pero no puedo evitar sentirme conmovida, me limito a hacer un minuto personal de silencio y orar.
Luego el trabajo me hará olvidar cada cosa, incluso lo que era antes de estar allí. Recordaré la fisiopatología de “x” enfermedad que me interrogue la profesora, la farmacocinética y mecanismo de acción de algún fármaco, probablemente justo de aquel que no había estudiado. Y como siempre, parecerá que no sé nada, aunque haya dormido poco sólo para saber lo que jamás preguntarían.
Pero así es la vida de una estudiante de enfermería, luego reiré irónicamente de todo lo que me acontece, junto a los que viven la misma realidad. Tendremos un almuerzo rodeado de casos clínicos, diagnósticos NANDA, NIC y los abominables NOC, todos pensando en CARPENITOS u otras sandeces.
Al fin habrá de llegar la hora de ir a casa y estar sola, entonces y sólo entonces recordaré lo que me conmovió en la mañana, una pequeña lágrima se derrama en mi trayecto hacia la casa en la micro, he recordado que tengo sentimientos tristes, que todavía la muerte me hace daño, luego recuerdo mis propios duelos. Es difícil no sentirse triste sabiendo que alguien en otro lugar está sufriendo y que entiendes exactamente qué es lo que le duele. Entonces pienso que sería fantástico tener un poco de tiempo almacenado en una ampolla de 20mgr, entonces lo pasaría por una vía venosa 18, para que avanzara rápidamente, esto sólo porque dicen que el tiempo cura todo. Y porque luego de tres años, a mi no me ha curado aún.
Author: Anfechen
•20:07
El viento golpeaba con fuerza, me miré en el espejo una vez; mi rostro estaba expectante, las marcas lilas ya estaban con ese color amarillo verdoso que anunciaba que mi pálida piel tomaría su tono natural dentro de algunos días. Cepillé mi largo cabello, mis ojos ya no estaban grises, ahora un azul intenso brillaba de renovada alegría. Tomé una hoja de papel y escribí algo sencillo; adios, los amo, no había tiempo de explicar nada más, aun sabiendo que el teléfono no funcionaria quise intentarlo en vano. Luego tomé mis cosas, como era de esperar la puerta estaba cerrada con llave, escapé por la ventana. Una vez afuera me oculté de los odiosos vecinos y por fin llegué al teléfono. Su voz me llenó el corazón de emoción, prometió que nos iríamos en el primer tren, ella sólo tendría que decir que tenía una cita con alguien.
La lluvia azotaba en el pavimento, el cemento mojado amortiguaba mis pasos rápidos. Ahí estaba al fin la estación abarrotaba de gente, decidí tomar un café mientras la esperaba. Pasaron un par de minutos hasta que su figura se recortó entre el gentío uniforme. Sus pasos gráciles le hacían parecer un ángel, tan pequeña y fuerte al mismo tiempo, con sus ojos tiernos y enormes sonriéndome. No fueron necesarias las palabras, sólo bastaba mirarnos de ese modo para incomodar a la gente, pero no nos importó. Corrí a abrazarla y sentí el suave aroma de su piel. Prometimos nunca más ocultar aquel sentimiento tan puro, tan normal y aceptable como el de cualquier pareja. Sólo debíamos liberar nuestras culpas, respaldadas por la más insulso estigma social, y amarnos eternamente.
El tren abrió sus puertas, subimos felices, sabíamos que era sólo el comienzo de una nueva lucha por ser aceptadas, que en todas las ciudades del mundo habría personas como nuestros padres, e incluso peores. La ciudad se alejaba, lo árboles avanzaban en sentido contrario, ella sonrió con ansiedad, ese tren viajaba a la libertad. El tomar su mano me infundía de valor, ambas sabíamos que juntas lograríamos cualquier cosa.


FIN
Author: Anfechen
•13:21

Según la Biblia, Dios creó al hombre y a la mujer, en ese orden, sin embargo, nunca mencionó cómo es que debían gustarse. ¿Será que no se detuvo a pensar que una mujer podría enamorarse de Eva, un sujeto de Adán o de uno u otro indistintamente? Al parecer no, y ahí estaba yo en la encrucijada de mi vida, una mujer enamorada de la más preciosa de las creaciones. ¿Cómo explicar a todo el maldito mundo que no dependía de mi?, ¿Cómo decirle a mis padres que su bella hija no se casaría de blanco ni cruzaría por una roja alfombra hacia el altar de una enorme iglesia católica? Miles de preguntas revoloteaban por mi cerebro, mientras en a ratos su rostro se dibujaba en las nubes y me hacía pensar que podríamos con todo esto.

¿Por qué debía sentirme culpable de sentir lo más hermoso que puede experimentar un ser humano? ¿Por qué mis padres se oponían a que la viese y me encerraba en la habitación, cual si fuese un delito enamorarme? ¿Es que acaso el amor sólo era válido para las parejas heterosexuales? Al cerrar los ojos sólo podía ver su rostro sereno, sus sonrisas libres y hasta oía sus palabras de aliento.
Unas cuántas lágrimas me cubrieron el rostro, la desesperación me terminaría matando algún día, podían evitar que nos viéramos, podían prohibirme volver al colegio si querían o hasta cambiarnos de ciudad, pero jamás lograrían sacarla de mi mente, mucho menos que dejase de amarle con toda el alma. Es que era ella y sólo ella mi alma gemela, la única capaz de entenderme a cabalidad, amarme de forma completa sin hacer alarde de mi belleza.

Habían dejado la biblia en mi mesa de estudio, de seguro mi católica y fanática familia había hablado de mi problema con el cura de la parroquia. Para ellos era un castigo que su única hija pasara por esto, la idea era que entendiese que debía amar a un hombre, dado que yo era mujer. O mejor aún, hacerme monja para redimir mis pecados. Los que por el momento no entendía, claramente. Eran tantos mis argumentos y razones para odiar aquella construcción, aquella maldita religión capaz de volver insensibles a mis propios padres, si me discriminaban ellos que decían amarme, qué demonios podía esperar yo de la sociedad.
La última vez que expliqué aquello una gran bofetada me silenció mientras unas gotas de sangre ensuciaban el blanco cobertor de mi cama. Mi padre, aquel ser humano intachable que dictaba catequesis familiares no podía con una chica de 18 años que amaba a su mejor amiga. Me trató de desviada, fue entonces cuando agradecí a Dios por este don, yo no soportaría nunca más que un sujeto enorme pusiese una mano en mi rostro, no volvería a tolerar marcas lilas bajo mis pómulos, aquellas que me recordarían durante algunos días, la intolerancia y falta de control que podían experimentar algunos hombres.
Mi pequeña Eva, sólo podía llorar cada vez que veía las marcas de la intolerancia en mi rostro, deseaba poder hacer algo más por mi, juró que nunca más tendría que pasar por esto y comenzó a visitarme menos…Se sentía culpable de cada una de las heridas, culpable incluso de amarme y observarme con ternura.
Tomé esa Biblia en un arranque de ira y con las velas que del altar ante el que supuestamente debía estar orando, comencé a quemar las hojas que arrancaba, en un intento de liberarme de aquel estigma…Entonces Dios creó al hombre, luego de una costilla a la mujer…quizás por eso se sentían con el derecho de discriminarnos, en esas páginas se fundamentaba el machismo y la homofobia. En ese histórico libro plagado de metáforas propensas a cientos de explicaciones confusas y retorcidas. Las páginas ardían ante el altar y una ola de valentía me invadía. Me concentré en llamar a Eva, hoy me escaparía de casa para siempre, nos iríamos a vivir lejos, no importaba si era en una choza de un apartado bosque o bajo un puente, junto a ella sería tan hermoso como el paraíso. Abrí la ventana, afuera llovía, debía encontrar el modo de bajar sin hacerme mucho daño. Luego correría a una caseta telefónica y la llamaría, nos encontraríamos en alguna cafetería y podríamos huir. Al menos ella no estaba confinada en su casa, sus padres se limitaban a alejarla de mí y presentarle muchachos que solían representar algo así como un buen partido. Tomé todas mis joyas y dinero guardado, una mochila con ropa y planee mi huída. Agradecí que mis padres nunca tuviesen tiempo para mí, ni siquiera para hacer de carceleros, de seguro a esta hora andarían pregonando cosas en la iglesia.
Continuará
Author: Anfechen
•18:27

Me encontraba en medio de una alameda iluminada por amables focos negros, el viento me despeinaba y enfriaba el cuello simultáneamente, ya había caminado un par de kilometros con mi mochila al hombro y todo indicaba que la voz de Chris Martin no bastaba para hacerme sentir acompañada. De pronto había terminado Shiver, y una nueva canción estruendosa de esas que atraen a los perros callejeros a seguirme indignados por el brutal sonido amplificado 300 veces a sus oídos mega desarrollados, comenzó de pronto. Ahora Victor García, entonaba "Contra el Viento" y mis pasos acrecentaban velocidad. Fue entonces cuando noté que aunque oír música es uno de mis placeres, soy un ser eminentemente gregario, me sentí totalmente sola y comprendí que un mp3 plagado de artistas no es capaz de darme la mitad de alegría que una conversación con algún ser humano. Para ese momento, sólo deseaba pensar en algo diferente a mi soledad...
Quizas es la mala costumbre de hablar hasta por los codos, o simplemente que cada vez que pienso detenidamente y sola, las conclusiones resultan curiosamente abrumadoras, o cargadas de la tristeza que tanto me gusta ocultar tras una aparente y despreocupada sonrisa. O tal vez sea porque es inevitable estar sola con mi cerebro sin querer crear un cuento...Un cuento con un poco de mi, repartido en varios personajes. De pronto asesino mi inocencia y fe en seres superiores en una Onírica Felicidad, para luego luchar por mis sueños en el Cuarto Deseo.
Un poco de todo, un poco de nada. Hoy sólo me queda decir que me encantaría ser protagonista de uno de mis cuentos, sabiendo que puedo crearme una trama aburrida y feliz sin más sobresaltos que la aparición de un rojo elefante con alas surcando el espacio...
Author: Anfechen
•10:12
Traté de explicar que todo era un malentendido y contuve mis ganas de cantar y realizar algo insulso gobernado por la ansiedad y emoción del momento. Sin embargo, como el mundo parecía estar de cabeza y todos creían que ése sería el fin querían oírme hablar. Hablé lo más fuerte que pude y conté muchas de las cosas que siempre quise decir, de modo pacífico. Hablé de lo injusto de la vida, de mis ganas de cambiar el mundo, de la tristeza que me daba el tener que destruir la tierra para seguir viviendo como la plaga de humanos que éramos. De las veces en que había pensado que toda vida era más valiosa que la mía, del momento en que me sentí culpable por consumir el oxígeno de otras especies. En una canción, entonada por mi pésima voz, expliqué a una velocidad increíble todo lo que albergaba mi alma. Sólo reservé mi único miedo de no morir como todos los demás y aquello de la discriminación, pues no era tiempo de recriminarle nada a nadie. Creí que con todo eso desistirían de la idea de mirarme con respeto como una supuesta esperanza de vida, pero no fue así. Al contrario, algunos lloraron con la canción y pidieron que hablara de mi espiritualidad, de los dioses de los que solía hablar. Yo les hablé de ellos, de aquellos cerros fantasmales que cada mañana detrás del velo que creaba el sol me observaban con severidad. Los había inventado mi cabeza en un intento desesperado por dejar de destruir queriendo construir un mundo mejor.
El cometa se acercaba a la plaza yo sólo sentía una cosa, pueden llamarlo intuición si desean, el caso es que grité que debíamos subir hacia el cerro y acto seguido comencé a correr con las venas inyectadas de adrenalina. Al cabo de pocos minutos estaba en lo alto del cerro y pude ver como el meteoro se estrellaba contra lo que había sido la iglesia. Algunos me siguieron, otros se perdieron entre los escombros. Miré hacia el cielo y observé por primera vez con miedo, no por mi muerte, más bien por la de ellos, cómo una veintena de rocas ardientes avanzaban en caída libre. Traté de tomar a una pequeña en brazos, para correr con ella hacia la plaza, sus padres no me lo permitieron. Grité a todos que corriésemos hacia la plaza, justo allí donde estaba ese trozo de roca incandescente, pues ningún otro meteoro iba a desear estrellarse en ese lugar. Sin embargo, mi lógica les resultaba abrumadoramente estúpida. En realidad nunca fui bueno formulando teorías de supervivencia, eran más bien intuiciones.
En segundos me encontraba junto al primer meteoro. El cerro estaba cubierto de rojo, las rocas habían cubierto todo el terreno circundante a la plaza. Escapé de la destrucción en reiteradas ocasiones hasta que finalmente me encontré sólo, en medio del todo y de la nada.
Al parecer el anhídrido carbónico había disminuido su concentración en mi sangre, pues todo parecía lejano. Estaba una vez más la luna y yo, solos entre los escombros. Ya nadie más vivía en aquel lugar perdido, nadie, salvo yo.

FIN
Author: Anfechen
•19:04
De pronto todo se tornó confuso, por primera vez el sacerdote y el pastor evangélico del pueblo compartían una opinión religiosa; aquello no podía ser otra cosa que el Apocalipsis. Muchos se persignaron, otros miraron al cielo e imploraron perdón por los pecados cometidas al tiempo que rogaban una segunda oportunidad. Yo sólo pensaba dos cosas:
1º Por qué el cometa amenazaba con caer en un pequeño pueblo chileno y no en Nueva York.
2º Por qué Bruce Willis no venía a salvarnos, ¿Es que acaso la NASA sólo era una industria de héroes en las películas?

Sonrisas de ironía se apoderaron de mi rostro, la gente continúo acrecentando la algarabía, muchos lloraban desesperados, quizás en el impulso de querer vivir de la peor forma posible sus últimas horas. En gustos hay mucho escrito, y como había leído al respecto decidí no cuestionar los deseos de cada uno para sus últimos minutos en la lucha contra lo indestructible. Por mi parte me limitaría a respirar el aire por última o primera vez. Para mi la muerte no representaba nada extraño ni desconocido, dado que muerto no reconocería nada, era simplemente el fin de la película, o el fin de la presentación del power point de mi vida. Un cerrar de ojos eterno, un sueño profundo sin intervención de acetilcolina…
Sólo me aquejaba una duda, ¿Se comprobaría mi teoría de que la muerte era lo único justo en la vida? Que tal si hasta en eso se me discriminaba, solía ser un buen alumno, suficientemente aplicado como para generar envidia en mis compañeros de clase, incluso en los maestros. Solía ser rebelde, tanto como para ser alejado por los desordenados, era una amalgama de situaciones extremas que obligaba a los anarquistas a pedirme mesura, a los comunistas a equilibrar mis anhelos de igualdad para todos, y a lo “terroristas” a tratar de apaciguar mis medidas incendiarias de cambio. Era un discriminado por los discriminados, y eso me obligó a escapar de aquel loquero para refugiarme en este tranquilo pueblo, según yo, el único modo de alejarme de mi propio mal; la sed de justicia.
De acuerdo, ya no era un adolescente, estaba grande para eso, había quedado atrás el tiempo en que todo se cuestiona, ahora entendía el mundo de una forma más amplia, todo era injusto, Crecí con ideas fijas de justicia e igualdad, alguna vez escuché al cura con verdadera atención y hasta pensé en creer algo de lo que decía, el caso es que noté que todo lo que me enseñaban de pequeño, todo aquello que era bueno mutaba a estúpido cuando el tiempo envejecía mis células. Así se justificaba el robo, las coimas y fraudes, algo que decidí repudiar eternamente.
El cometa ya tomaba forma de meteoro, ahora el sol iluminaba también el cielo y al desplegar sus rayos entre los cerros hacía que lo más lejanos pareciesen fantasmas olvidados por el tiempo.
Allí estaban todos gritando y agitando los brazos, mentiría si dijera que esperaba lo que ocurrió mientras el meteoro se intentaba competir con al luminosidad del sol. De pronto don Juan, el señor de la panadería, el mismo que era presidente de la junta de vecinos, capitán del equipo de fútbol y catequista de la iglesia del pueblo me miró con los ojos desorbitados gritando; Alberto tenía razón, el habló lo del meteoro y también dijo que sabría cómo salvarnos. Bastaron dos segundos para que todos se giraran hacia mi, yo estaba asombrado, de pronto aquel líder vecinal competía con mi puesto de “loco del pueblo”. Afortunadamente, nunca fui un sujeto territorial, así que decidí dejarlo pasar, luego el cura se acercó hacia mi con más respeto de lo normal diciendo; Hijo mío haz el favor de contarnos el sueño que tuviste la semana pasada. Y ahí caí en la cuenta, hace una semana me había dado por gritar como los pastores, sólo por ocio, y hablar sobre el fin del mundo. Mi idea siempre fue provocar a los demás, jamás convertirme en un loco útil que predecía catástrofes. Ahora, una multitud esperanzada me miraba con profundo respeto y cautela, por primera vez en mi vida conseguía la atención de los demás sin tener que recurrir a actos estrafalarios. Y ahí estábamos; un pueblo esperanzado y un loco cumpliendo uno de los muchos de sus sueños.

Continuará
Author: Anfechen
•17:23
Sólo estaba la luna, observando impasible en aquel cielo ya sin estrellas. Los días avanzaban, el calentamiento global se manifestaba ya sin ninguna vergüenza, muchos afirmaban que así acabaría el mundo, en el 2012 obviamente.
Yo caminaba por la calle tratando de pensar en otra cosa, en los relámpagos, en los amores no correspondidos y en todo lo que había abandonado para cumplir mis sueños, que por cierto cambiaban cada tres cuartos de hora. No era fácil ser yo, no era fácil ser nadie. El mundo cambiaba con tal rapidez que no podían extrañarse los dioses de que yo hiciese lo mismo. Pero ellos eran así, antojadizos, manipuladores y por sobre todo, poco comprensivos.
La nieve se amontonaba en las aceras y a nadie le llamaba la atención que hace tres días los chicos destapasen grifos para capear el calor. Francamente no sabía, en que rayos terminaría todo esto, sólo sabía que tal como indicaba el calendario y la línea de mi mano, yo Alberto Sinatra, moriría sólo. Lo de Sinatra es por mi voz, a muchos les gusta y no los culpo… De acuerdo, en realidad es por lo contrario, canto horrible y uno de todos mis sueños fue precisamente cantar en un escenario. Lo intenté, pero me corrieron de ahí por bien mayor a los 30 primeros segundos de la canción.
Me conocían en el pueblo como Alberto Sinatra, en realidad el “loco Alberto Sinatra”, son esos nombres con los que la gente suele bautizar a los seres que salen del margen. Por ejemplo, al cura le molesta que yo diga “gracias a los dioses”, en lugar de “gracias a dios”. Lo que es una estupidez, considerando que los dioses no se subordinan a un solo dios supremo, pero bueno, el cura no tiene porqué saber de asuntos tan espirituales, el únicamente cumple con su trabajo que es, agregar fastidio a las mañanas dominicales para que así el día se arruine desde temprano.
Un gran cometa surcó los cielos e interrumpió mis pensamientos, las campanas de la iglesia rebotaron de un lado a otro y la gente corrió despavorida, no sé exactamente si a ver el cometa o para huir de él, lo que resultaba un tanto…loco.
Conituará.


Author: Anfechen
•11:38
El reloj de la plaza central marcaba las 7:20 pm, iba atrasada como de costumbre, esta vez me entretenía observando a una pequeña jugar en medio de la lluvia. Aceleré el paso para llegar a una hora al menos digna, mientras la lluvia rebotaba al caer en el pavimento, no sentía frío sólo ganas de verlo.
Ahí estaba en la cafetería de siempre, se notaba preocupado o probablemente enojado, al sentarme le sonreí tímidamente sabiendo de mi falta, pero se limitó a observar su café. Comencé a explicar el episodio de la pequeña que jugaba en la plaza, pero no obtuve respuesta. Su indiferencia fue abrumadora, traté de tomar una de sus manos pero se la llevó al mentón siempre tan serio y analítico. Observé sus ojos grises, esos que solían mirarme con ternura, y que ahora enfocaban un objeto invisible a través de la ventana.
Pensé en un modo de excusar mi retraso, es cierto que siempre llegaba tarde, que no usaba mi teléfono, que no podía localizarme, pero tampoco era tan mala. Incluso esa misma mañana le había enviado una carta.
No recordaba con precisión la última vez en que me había estrechado entre sus brazos, tampoco la última vez en que me había dicho te amo sin hablar.
Algo pasaba ahora entre nosotros y yo lo quería averiguar, le miré con impaciencia y traté de poner mi cara lo más severa posible para decir; tenemos que hablar. El consultó la hora en su celular y ahora enfocaba hacia la puerta, tardé unos minutos en reparar que un ramo de rosas blancas, mis favoritas, descansaba a su costado. Las cosas cambiaban, él traía rosas para mi y yo llegaba atrasada, en realidad tenía razón con enojarse, suavicé mi mirada esta vez y pedí disculpas de corazón. El pidió más café, pero ninguno para mi, la mesera casi me choca y ni siquiera se disculpó. Claro, de seguro se pondría de lado del caballero guapo de las rosas y no de la femme fatale que le hacía esperar…
Continuaba mirando a la puerta cuando le dije que lo amaba y entendía su enfado, sonrió tristemente al ver que se entreabría y un señor desgarbado apoyaba su paraguas contra la puerta. Miraba como esperando a alguien, e insistía en hacerme la ley del hielo.
Ahora estaba indignada, no podía seguir ignorándome tanto tiempo, decidí sentarme a su lado y robarle un beso para que comprendiera cuánto le amaba, pero justo en ese momento la camarera le informó que cerraría el local bloqueándome el paso.
El se puso de pie lentamente y se comenzó a caminar a zancadas, yo traté de imitarle pero mis pasos no se le igualaban. Le grité que esperara un momento o me indignaría el doble, el caminó ahora con lentitud, mientras murmuraba mi nombre ensimismado. Al final caminamos en silencio, decidí que era mejor callarme y esperar a que el expresara lo que sentía, pues su cara parecía desesperada. Nos detuvimos en el cementerio, ahí solíamos tomar fotografías, se acercó a mi árbol favorito y observó una placa en el suelo, puso flores en esa tumba desconocida, mientras su largo abrigo negro ondeaba al viento. Luego se tumbó en el suelo y quitó la boina para arrojarla con violencia, gruesas lágrimas le cubrían el rostro. Traté de calmarle y decirle que estábamos juntos en esto, pero no lo conseguí, no podía tocarlo, una fuerza extraña me lo impedía. Decidí mirar la placa, tenía mi nombre, la fecha de hoy hace un año. Una ola de realidad me golpeó con fuerza, noté como conducía en medio de la anegada carretera, el alocado ir y venir de las plumillas de mi parabrisas, incapaces de quitar las gruesas y frecuentes gotas de lluvia. Las llantas resbalaron, Electrical Storm se escuchaba en la radio, barridos electrónicos invadieron mi cerebro. Las luces de aquel gran camión me deslumbraron, traté de virar y acercarme a la orilla de la carretera, pues frenar no tendría sentido…
Un gran ruido apagó todo lo demás, vi mi rostro extremadamente pálido y con cortes, luego reparé en gran cantidad de sangre que resbalaba por mi cuello, supe que proveía de una arteria por el color escarlata traté de detener la hemorragia, aunque mis entumecidos músculos no respondían. Sabía que entraría en shock muy pronto, pensé en cuánto lo amaba y quise creer que sí nos comunicábamos por telepatía como solíamos decir, esbocé un última sonrisa y todo se apagó…
Miré a mi alrededor, la placa me contemplaba gélida desde el pasto y mi nombre resaltaba en letras caligráficas, entonces comprendí porque desde hace un tiempo no me afectaba en lo más mínimo el cambio climático, porqué me ignoraban, es que yo ya no existía.
Contemplé su rostro inundado en lágrimas y me tumbé junto a él, traté de explicarle que siempre estaríamos juntos, sin embargo mi voz no era audible en este sitio que alguna vez fue nuestro mundo.

Fin
Author: Anfechen
•10:56
Foto tomada por Pablito.

Miraba distraído por la ventana empañada de una cafetería, la lluvia formaba una fría cortina gris. Algunos corrían a ocultarse como si aquel milagroso llanto del cielo pudiese erosionarles la piel. Siempre me ha gustado observar, quizás demasiado, al punto de responder con monosílabos a los frustrados interlocutores que quisieran entablar una real conversación conmigo. En la radio suena Electrical Storm, una buena canción, puede que eso sea lo que más adoro del invierno, las emisoras ponen música totalmente audible y adecuada, odio los estúpidos ritmos veraniegos en extremo alegres y abofeteadores. En cambio hoy, todo combina conmigo, el abrigo negro, la boina, mi café cargado el ramo de rosas blancas que descansa adornado en un celofán translúcido para ella.
El reloj marca las 7:00 pm, otra vez se retrasó, la mesera me observa compasiva, quizás porque he pedido ya 4 tasas de café con galletas sólo para hacer la hora, probablemente porque las rosas se marchitan…
Ya no miro por la ventana, ahora mi único objetivo es aquella puerta, un nudo se apodera de mi garganta, porqué será que no llega, los minutos caen en la tasa de café y forman extrañas figuras torturadas, la puerta se entreabre, la decepción me azota, no es ella.
Cualquier sujeto que estuviese en mi lugar la llamaría, pero aquello escapa de mis posibilidades, mi princesa no responde teléfonos, ella detesta tanto la tecnología como yo el verano.
El reloj esta vez marcó las 8:00 pm, la mesera se acerca tiernamente, de un modo casi maternal y me informa que es la hora de cerrar el local, ella se refiere a mi como si me conociera. No entiendo porqué no ha llegado y una oleada de preocupación me encoge el corazón, será que le pasó algo y en lugar de ir a buscarla me quedé a esperar que llegará sola.
Veo el calendario de la entrada y la fecha se graba en mi mente de un modo para nada inocente, conozco esa fecha, sé que la detesto, incluso la arranqué de mi agenda.
Me he puesto el abrigo, aún no entiendo qué hice mal para que no viniera, yo la extraño tanto, no la veo desde hace casi un año, su última carta decía que me amaba más que a nadie y nada, que su amor sería tan inmortal como el aceite impregnado en una piedra, que no tendría distancias ni fronteras…
Una gota de lluvia me mojó la cara y mi respiración se tornó entrecortada,.. Sigo pensando en ella, en su fino rostro blanco, en sus manos pequeñas, en su aroma a rosas, en la ternura de su mirada y sus sonrisas arrebatadoras. Debo ir a buscarla, pero no sé dónde, no recuerdo su dirección por más que hurgue en mi memoria, qué me ha pasado. Lo que siento ahora es una real desesperación por ver su rostro y abrazarla con ternura, camino sin saber adónde voy, no sé porqué se ha apoderado de mi la amargura, quizás porque se esconde el sol.
Al fin mis pies se han detenido, estoy en el cementerio de la ciudad, no es novedad que llegase hasta acá, ella solía disfrutar de este lugar tomando fotografías. Ahí está, su árbol favorito, abajo se encuentra una lápida nueva que de seguro nunca vimos. Me acerco por curiosidad, tiene el nombre que más amo en la vida, la lápida tiene su nombre, la fecha de hoy hace un año y su fotografía.
Un ramo de rosas blancas ya marchitas reclama por ser cambiado, de manera autómata cambio el ramo que llevo por el antiguo. El leer ese nombre me sacude, una oleada de realidad me empuja contra el suelo, ahora entiendo porqué no nos vemos, porqué se ha marchado, porqué su odio por la tecnología se ha extremado al punto de no volver a responder nunca más ninguna de mis llamadas.

Fin
Agradecimientos: A Pablito por tomar la foto perfecta para el cuento.
Author: Anfechen
•15:07

El día no había sido de los mejores, yo en mi habitual mundo de estudio, evaluación, aprendizaje, aplicación, algo de estrés mucha ansiedad y por su puesto…La frustración de sacar notas mediocres luego de privarme de cosas bonitas de la vida sólo para enfrascarme en lo que parecía ser una acción racional.-estudiar para una prueba.-se hacía notar. Caminaba por aquella vereda franqueada de árboles en medio del campo con la mochila colgada en un solo hombro y paso lento, señal del agobio que sólo podía dejarme una noticia cómo esa. Luego despotricaba contra los dioses, junto a mis amigas, cada cual con su propia teoría de por qué nos había ido mal en una prueba que parecía fácil…¿espera no que las pruebas en la universidad suelen ser cualquier cosa menos fáciles? Al parecer las vacaciones me habían hecho olvidar aquella parte…
El caso es que caminé hasta tomar la micro que me traería a casa, observé el camino avanzar en dirección contraria a la mía escuchando tarros como de costumbre, me revitalicé con una increíble canción de Dragon Force en el trayecto y finalmente me encontraba en casa almorzando. Luego te vi, dentro de la pantalla de un notebook, oí tu corazón y todos mis absurdos dilemas y enfados se fueron al carajo. Válgame, que con sólo ver aquella ecografía me dieron ganas de tenerte en brazos y hacerte reír…Casi de forma refleja llevé mi mano al vientre de tu mamita, y me preguntaba…Mi Trini, osea tú, ¿sabrá que la estamos mirando embobadas en estos momentos?
En fin, es la segunda vez que te veo, la segunda vez que el rápido latir de tu corazoncito me emociona de una forma casi incontenible…Me pregunto si me irás a decir tía, Anfechen, o lo que sea. Demás está decirte que cualquier nombre sería adecuado viniendo de mi sobrinita…Creo que tía será más fácil que Anfechen.
Y aquí me encuentro de nuevo, esperando que llegue la tarde para volver a ver el video, que llegue el momento es que llegues a este mundo. Me encantaría decir que es bonito, pero quizás exageraría, es un lugar bastante… especial, me gustaría que no tuvieses que ver el smog y todas esas cosas feas, pero así están las cosas hoy en día, lo que no indica que siempre sea así. De seguro será mejor en el futuro o al menos no lucharemos para que así sea.
Es hora de volver a mis actividades normales, cotidianas, pero no por eso aburridas. Cuando aprendas a leer me dices si te ha agradado o no este relato de lo más bello que he visto en mi día, tu rostro en una ecografía.


Author: Anfechen
•10:50


By Anfechen.

Sin duda las donuts clásicas eran incapaces de saciar los voraces instintos de supervivencia de estas dos creaturas adictas al extracto de cacao. Así continuaban caminando en las calles de Los Andes, simulando ser dos humanos normales, aunque aquellas manchas de una sustancia viscosa, oscura de suave y envolvente aroma, exaltaban aún más su nociva costumbre de asaltar las estanterías de cada supermercado, emporio o almacén más cercano.
El día terminaba y el sol ya se apartaba del todo cuando por fin terminaron de engullir vorazmente las donuts clásicas, un burdo intento de saciar su verdadero deseo de sentir el agradable sabor a cacao mezclado con la textura única, con el amargor tan característico de la más famosa proveedora de vitamina C, la naranja, indisputablemente la más noble fruta que les entregaba el lejano oriente. Nuevos minutos y horas se suicidarían hasta que al fin Tok y Anfechen desistieran y postergaran el insoslayable deseo de subsistir a través de algo más que un simple sucedáneo de la mezcla de sabores que originaban unas donuts orange bitter. Y así cada uno durmió en su propio infierno onírico, mientras sus atormentados subconscientes plagados de ansiedad recordaban la noche entera; “No es lo mismo una donuts clásica que una orange bitter”.
Llegada la hora del crepúsculo, Tok y Anfechen emprendieron camino hacia una nueva batalla. Hoy nada en el mundo, absolutamente nada podría impedir que sus paladares se saciaran de donuts orange bitter. Poco importarían hoy las interminables filas y las fatídicas fechas de inicio de mes.
Sin embargo, no contaban con los obstáculos que impondría la naturaleza, el cielo se encontraba encapotado, y un frío viento, enemigo natural de Anfechen, calaba los huesos. Tok encontraría entonces la solución, le ofreció su chaleco y decidieron cobijarse del frío en el lugar más idóneo; el supermercado Express. Algo así como un templo contemporáneo capaz de satisfacer los deseos humanos y mutantes. Entraron y la voz de John Secada gritaba, “Ya… yaaaaa no puedo más”, canción que sacaba carcajadas a Anfechen.
A diferencia de la batalla anterior hoy disponían de algo muy valioso, tiempo. Así que decidieron pasear lentamente por cada pasillo hasta impregnarse del acojedor calor de un maldito supermercado, templo del capitalismo, asunto enemigo natural de ambos. El caso es que el frío y el hambre, una vez más obligaban a realizar la transacción, unas cuantas de esas cositas redondas metálicas, que curiosamente traen la figura de una mapuche (como si ellos aprobarán este sistema económico), bastaban para satisfacer las más básicas necesidades.
Y en medio de todos los productos apareció el comestible más multiuso que una pareja de mutantes pudiese imaginar, ahí estaba iluminado en su flamante envoltorio verde nada más ni nada menos que un puré de manzana. Continuaban haciendo la hora para buscar los lentes de la miope Anfechen, que se encontraban en reparaciones, cuando de pronto un grito cargado de ira, groserías y otras cosas indescriptibles, los obligó a girar la cabeza y abandonar un envase de porotos negros, no arios. En fracción de segundos, un guardia corría, una mujer gritaba improperios, mientras las cajas sonaban monótonamente con su habitual pip, pip, ritual que engrandece al dios del capitalismo, que se enorgullece al oír los himnos de alabanza cuando la ofrenda impregnada de un código de barra se desliza a través del láser.
Tok y Anfechen, ya contaminados con la idea de no intervenir en conflictos ajenos, siguieron en la búsqueda de las galletas, y encontraron al fin un alto de Donuts Orange Bitter, apiladas, sonrientes, deliciosas, seguimos!
Finalmente, decidieron llevar dos en lugar de un paquete de galletas y se pusieron en la fila de entregar ofrendas al dios capitalismo. Llegado su turno de cancelar, digo entregar la ofrenda, observaron a otro de sus enemigos naturales. Un paco alias Carabinero de Chile, caminaba con estilo de policía de película gringa raudamente hacia una puerta que probablemente conducía a una nueva dimensión desconocida. Luego de comprar se enteraron que lo ocurrido era lo que temían, un asalto, gobernado por la ira y la violencia, de un sujeto del que poco sabían pero les hizo mala impresión que golpeara a un guardia, una mujer y un ancianito en su intento por escapar con el botín de algún consumidor, digo feligrés. Alguien prestaba atención al herido, mientras el pacabinero avanzaba de un lado a otro, entonces Tok y Anfechen salieron del atestado lugar para encontrarse con el frío viento andino. No esperaron hasta llegar a un sitio cómodo y comenzaron a comer las galletas disfrutando nada el primer paquete para notar el sabor de cada una de ellas en el segundo. Tal como lo recordaban, el sabor amargo de la naranja les otorgaba ese toque especial y único. Por fin podrían tener dulces sueños, ya nadie pagaría las consecuencias de un par de iracundos mutantes hartos de someterse a los rituales del capitalismo.
FIN.
Author: Anfechen
•18:00
By Tok y Anfechen


Érase una vez en un cálido y monótono pueblo llamado Los Andes, (más conocido por los afuerinos como “Lo Ande”) una pareja de inhumanas criaturas llamadas Anfechen y Tok. La primera tenía el aspecto de una dulce muchachita, alta, delgada, de grandes ojos de un color indescriptible, con un rostro afable y una sonrisa que podía contagiar hasta la más amarga persona. El segundo, un sujeto absolutamente desquiciado, de pequeños ojos y largas pestañas, con ideas atolondradas y unas un tanto más cuerdas. Eran aparentemente normales, es decir, ni pokemones, ni emos, ni nada similar. Pero tras su “intachable” fachada ocultaban el más indeseable misterio, peor que el de cualquier tribu urbana.
Ese día se reunieron en el parque para observar el cielo tumbados en el pasto, allá a la distancia algunos humanos que reconocieron como otakus, según la descripción entregada por Animal Planet, comenzaban su etapa de iniciación tribal disputando quién iba a ocupar el lugar de macho alfa al interior de la manada urbana. Naruto Yaoi discutía con Gravitation y en un arranque de ira homosexual y gaysismo, de quitaron sus oscuras poleras, rodaron colina abajo y se rasguñaron dejando salir femeninos alaridos de dolor. Así, el dulce sabor de la victoria embargaba a Naruto Yaoi quien reclamaba ante sus pares su nuevo lugar dominante en la tribu. Lo que se traducía en un inagotable flujo de series animadas y exclusivas figuritas de acción con las cuales no podría jugar nunca ni exponer al aire, porque perderían su poder totémico. Este circo de cultura emergente extraía carcajadas de Anfechen y Tok, ante una forma de vida tan “diferente”[1].
Todo iba bien hasta que el misterioso rasgo que los convertía en mutantes aflorara de manera descontrolada. Entonces Anfechen comenzó a refunfuñar y una mirada severa se apoderó de su rostro. Tok lo entendió, tenía hambre, debía conseguir alimentos ricos en calorías, grasas trans, amarillo crepúsculo y otros colorantes nocivos. O atenerse a las consecuencias del estomago vacío y la naturaleza hostil de su compañera. De esta manera comenzó su larga travesía por las atestadas calles de Los Andes, con un irrevocable objetivo; obtener deliciosas y auténticas Donuts Orange Bitter. Lo único capaz de calmar el instinto homicida, brutal y despiadado de Anfechen. Esta situación los obligaba a enfrentar quizás la más dura prueba de sus vidas; someterse a la cotidiana humillación de hacer una larga fila en una de las más nobles y masivas sucursales del sistema capitalista; el supermercado, bellos monumentos a la destrucción del almacén de doña Glaaadis.

Los ojos de Anfechen adquirían una tonalidad rojiza y sus manos se empuñaban en una sinfonía de violencia sublimada que ni las “Nonitas”, los “Rigochoc” y los más económicos “Palitos” vulgares imitaciones de las afanadas Donuts podían disipar. Tok debía hacer algo ya que no solo lo consternaba el estado agresivo de su compañera, sino que el hambre se apoderaba de su hipotálamo.
Cogió la mano de su novia y compañera llevándola con presteza hacia el Lider cuyo nombre no daba cuenta de su precaria realidad de hacinamiento, ineficacia, cajas “Express” que de rápido sólo era el tiempo que tomaba irritar a los consumidores y seguimos!
Allí afuera otros templos de alabanza al capitalismo, reconocidos por taponar las arterias humanas, invitaban a unirse a las atestadas filas. Entre ellos, unos amigos de Anfechen despotricaban en contra de los proveedores de comida rápida. Al fin dentro de supermercado encontraron las Donuts, en seguida, a pesar de que las distracciones abundan en un hipermercado, en donde lo común es salir a comprar pan y llegar a casa con, poleras, cremas, y un DVD. Allí estaba, el único alimento capaz de amainar a la irascible anfechen. Cogieron las galletas, llegaron a la caja y claro, estaba repleta. Calcularon el tiempo, saldrían en mínimo 30 minutos. Todo para pagar $390, pensaron en hurtar el paquete de galletas sólo para no hacer esa asquerosa fila, pero estaban contaminados de moralidad y desistieron al instante. Finalmente, pudo más el tedio a hacer la fila, salieron del lugar raudamente y caminaron mientras el sol desplegaba sus últimos rayos.
La mirada de Anfechen cambiaba de color peligrosamente y su rostro era aún más pálido que de costumbre, Tok prometía que encontrarían Donuts en algún otro templo, el había visto unas en un pronto Copec. Sin pensarlo llegaron hasta allí, y la sonrisa del primo de Anfechen, que trabaja en aquel lugar, traía buenas noticias, había galletas Donuts. Rápidamente ambos recorrieron el paquete; no había naranjas pintadas en él. Lo que significaba una sola cosa, eran Donuts Clásicas, insípidas. El hambre fue mayor, así que las compraron y engulleron en el camino a casa, estaban derretidas y el chocolate les cubría los dedos. El paquete quedó vacío, Tok observó a Anfechen, cuya expresión era ausente, claramente no estaba satisfecha y tampoco él. Situación peligrosa para todos aquellos que les rodearan en las próximas 48 horas. El mundo sería testigo de la ira de un par de mutantes.

Continuará…

[1] Ni mejor ni peor, sólo “Diferente”.