Author: Anfechen
•19:18
Comencé a escribir la historia màs mamona de mi vida, que mutò luego a la màs romàntica, cuando dejè de pensar que los besos en la boca eran una costumbre bastante anti-higiénica. Cuando cambiè las tardes de play station por pasear de su mano. Cuando dejè de rezar antes de dormir y en lugar de ello imaginar que me abrazaba y cuidaba mis sueños.
Cuando jurè que nunca nadie en el mundo podría reunir la amalgama de caracterìsticas que me mantenía racionalmente atenta al beneficio de su compañìa, irracionalmente prendada de su cariño, peligrosamente dependiente de sus abrazos.

Continuè llenando parràfos cuando varios àrboles se deshojaban en cada otoño, cuando muchas flores llenaban de alergia el ambiente, acumulé rosas blancas, rosadas, púrpuras, azùles, e incluso rojas, en mi habitaciòn. Empezè incluso a no detestar las canciones que mencionaban palabras empalagosas como amor o corazón.
Comencè a creer en la existencia del alma,creí incluso ingenuamente saber dónde se encontraba su alma, formulé teorìas de la fortuna que tenía por conocerle, por conocerme él a mí, por habernos encontrado en este mundo tan repleto de personas...

Finalmente, me reconocí jodida e irrevocablemente enamorada de aquel niño-hombre que era tan tibio como el sol de noviembre, tan acogedor como el abrazo que logra secar làgrimas en un alma trizada.

Pero ninguna historia se convierte en best seller con amor, paz, compañerismo y ternura...y al parecer el destino querría que la mía no fuese despreciada por el capitalismo imperante, avasallador y cruel. Miles de conflictos, cientos de resoluciones, discusiones, reconciliaciones...tiempos fuera, etc, etc.

Mi historia de amor se trizó, y comprendiendo a cada autor de novela, comprendiendo a personajes trastornados como el joven Werther, a damiselas dependientes como Julieta...a doncellas fràgiles, asì me quedo. Escribiendo sobre hojas crispadas de lágrimas, con arritmia cardiaca, bloqueos y bradicardias. Patètica, dependiente, y por supuesto, sola.

Pero no es que la soledad duela, pues así estuve 16 felices años, 16 despreocupados y perfectos y libres años. Duele el cambio, la mutación del paraíso en el limbo en ese incómodo espacio inaguantable entre el sí y el no, el "te quiero, pero no te soporto", el "no tengo tiempo para escucharte". El no saber en qué momento, la voz de dulcinea se transforma para don quijote en una pérdida de tiempo...cuando fue que el soñador se convirtió en un ser concreto, vestido de terno y corbata gris, tecleando sin parar, para obtener lo único que entrega el mundo capitalista y por definición conductista; un reforzador que en este caso es calificación, que en el próximo futuro serà un papel azul con la cara de alguien que en teoría fue héroe por dejarse matar cuando joven.

¿En què momento el capitalismo se adueñó de mi anarquista favorito? En què momento me lo arrabataron, al punto de que mi tranquilidad emocional represente para èl una inaguantable y por cierto, evitable, pèrdida de tiempo...