Author: Anfechen
•18:52
Conduzco a una velocidad razonable que me permita marcar la tarjera a las 8:00 horas a.m, momento del día en que alguien determinó que debo empezar la transacción de mi las horas más productivas de mi vida por algunos papeles impresos que puedo canjear en la pulpería (jumbo, lider, falabella, o cualquier multinacional que enriquece indudablemente a las 12 familias más poderosas de Chile) por comida, ropa o necesidades según la televisión debo, DEBO satisfacer.
Betterman de Pearl Jam suena en la radio de mi pequeño auto, paso un sobresalto y luego otro mirando a los carabineros con cautela, no es que no lleve documentos, tampoco que exceda el limite de velocidad permitido, es que ellos usan un uniforme bien diferente al mío, es que a mi me gusta cuidar y a ellos pegarle a la gente como yo. Es que me asustan de forma refleja, porque hace tiempo que dejé de creer que están para protegerme, probablemente luego de escapar cuando me perseguían con lumas por gritar que quiero una sociedad más justa.

Los kilómetros se acortan, sólo me queda atravesar un cerro y llegaré a Azkaban, a la Isla Siniestra, a mi lugar de trabajo, uno donde hay personas que piensan diferente, y el cerebro pareciese funcionarles de un modo tan chocante para la mayoría que prefieren mantenerlos encerrados, aun sabiendo que con algunos medicamentos pueden respetar los límites impuestos por la sociedad.

Yo tambien pienso diferente a la mayoría y está comprobado, no voté por ejemplo por el presidente electo a quien considero un...una persona que no es digna de mi confianza. ALguien que no quiere el bien común, probablemente porque posee muchos intereses con la parte empresarial de este fracturado Chile, la que por definición se basa en la competencia...Ah...esa palabra me molesta, la competencia es el primer peldaño hacia el individualismo y la guerra.

Marco unos minutos antes de las 8:00 esa tarjeta moldea mi conducta a su antojo, como lo hizo alguna vez la profesora del kinder, la de primero, enseñanza media y universidad. Con tanta advertencia, era de esperar que comprendiera que es importante llegar temprano. Subo la escalera que da hacia la oficina, me someto al sistema del modo que escogí; cuidando a quienes por algún desequilibrio en la homeostasis requieren de un equipo de salud. Me entretaron para eso durante unos 5 años y afortunadamente siempre engaño al sistema, pues no recibo sólo billetes impresos por la renta de mi energía, conocimientos y aptitudes, me llevo gratis las sonrisas, los halagos, los abrazos y el cariño de los pacientes.
Hago mi boicot diario, mi propia revolución, sin gritar estruendosamente, quién dijo que en mi trabajo no podría ser capaz de ser quien soy afuera, si aún sigo sintiendo que el sentido de mi vida se cumple cuando ayudo a los demás por amor al arte, por la energía impagable de saber que un desconocido me da su cariño sólo en respuesta al que he dado yo. Cuando noto que la esencia humana es más buena de lo que parece, más inocente y desinteresada, en la gran mayoría de los casos.

La distribución de salud de este lado de la tierra, al sur del mundo, en Chile, un país largo y estrecho lleno de recursos naturales explotado por capitales extranjeros, sigue siendo absolutamente inequitativa. Cientos de personas atestan la posta central, reciben atención deficitaria en el piso, mientras el lujoso suelo de la clínica alemana huele a fresas, brillante como un espejo, sus camillas están desocupadas. Los usuarios de la clínica alemana no suelen enfermarse, a ellos les han enseñado algo que se llama autocuidado, algo que se enseña en colegios con nombres raros e impronunciables para los que asistimos al liceo A-10. Ellos tienen el conocimiento y el resto, los factores de riesgo y mil y un maneras de potenciarlos.
La salud, en nuestro país no anda mejor que la educación, es decir, es absulutamente INEQUITATIVA, INMORAL y CARENTE DE ÉTICA. Y la ecuación causa-efecto, parece explica en gran parte el fenómeno, que no tiene nada de extraño por lo demás.

Lo que Chile necesita es educación y salud gratuita, creerán que es demasiado lo que pido, pues entonces agregaré también vivienda, y entonces sólo recién entonces empiezen a mencionar señores del gobierno algo parecido a "Medicina Social", no se metan con conceptos que no entienden , porque no viven, porque no sienten lo que vive el chileno promedio que si conoce la micro, que fue a una escuela pobre, que no se extraña de la cruda realidad de la hora de una interconsulta para endoscopía cuando el cancer gástrico ya se marca metástasis pulmonar...
La ironía duele, ahora me duele.

Anfechen.