Author: Anfechen
•9:59
Desde su nacimiento una vieja adivina predijo la maldad que ella encerraba y todo lo que haría al crecer. Por lo que rápidamente informaron al Rey. Éste presa del espanto decidió deshacerse de la criatura, mas prefirió delegar la tarea a otro y así lo hizo enviando a la pequeña fuera del reino, ya que nadie sabía con certeza cuántas calamidades traería su muerte. Sin embargo no fue tan fácil. El verdugo entrenado para matar, se alejo con la niña y en el momento en que se disponía a punzar la daga en la garganta de la pequeña, ésta abrió sus ojos negros, le fulminó con una mirada que no era la de un infante y junto con esto una gran fuerza detuvo la mano del verdugo mientras la daga ardía en sus manos y le destrozaba la piel, este atemorizado la soltó y corrió rápidamente. De seguro las bestias se la comerían, él ya había hecho su trabajo. Por su parte la pequeña Elora, como rezaba la medallita que abrazaba su cuello, volvía a caer en un profundo sueño, su madre le hablaba desde la eternidad, lugar al que había ido para no volver luego se su nacimiento.-Vive Elora y has lo que no pudimos hacer juntas.- Elora soñaba, veía cosas que no comprendía, pero sabía bien que sentía.
Un pastor que pasaba por allí no pudo dejar a la pequeña, la cargó en sus brazos y se la llevó a su humilde morada, allí su esposa cuidaría de la bebé.-Es hermosa, exclamaba ésta, la niñita más bella que he visto.-Mientras la cargaba en sus maternales brazos y la acariciaba dulcemente.
Así pasó el tiempo y Elora creció como una niña normal, hija del pastor y su mujer. Mas las visiones siempre la atormentaban, por más que luchara nunca podría apagarlas, una ira enorme le inundaba el pecho cuando oía hablar de la Santa Iglesia Católica, instaurada a fuego y hierro, desde hacía años. Y sólo sentía ganas de destrozar toda aquella oscura e impenetrable institución. Elora veía más allá de ángeles y demonios, razonaba mucho más de lo que estaba permitido. Pronto no soportó más, y mientras rezaban con sus cabezas cubiertas en la oscura iglesia, pagando al sacerdote varios doblones de oro por el perdón de sus pecados, la ira le invadió todo el cuerpo, sus ojos, negros por naturaleza brillaron de un modo que fulminaba a todo aquel que la mirase, tanto que atemorizados retrocedían para alejarse de ella. Su cobrizo cabello largo, parecía encender sus pálidas mejillas y extrañas palabras salían de sus pequeños y rojos labios. Entonces todas las velas se apagaron, las monedas de oro comenzaron a arder en las manos del sacerdote produciendo quemaduras con extraños símbolos, alas, letras y dagas. El sacerdote atemorizado tomó su cruz con ambas manos y avanzó hasta Elora, esta le gritaba- El cielo no se vende, está iglesia no es necesaria para hablar con mi Dios, mi Dios repudia el oro, y te repudia a ti- El Sacerdote rezaba en latín para espantar al demonio que la había poseído, pero Elora continuaba, sin demostrar el menor temor. Luego sus padres se la llevaron rogándole que se disculpara, mas Elora se limitó a sonreír- No es posible queridos padres, un mensajero no se retracta de su verdad- Sus padres se percinaban preguntándose cuánto tardaría en llegar la noticia a oídos del Rey y que castigo recibirían. Elora debería abandonar su hogar, de lo contrario ellos pagarían las consecuencias de su maldad. Después de todo ya cumpliría los diecisiete ya podría valerse por sí sola.

Continuará
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