Author: Anfechen
•13:53
Pensaba en la sociedad, en todo el conjunto de seres humanos que componemos este mundo. En la diversidad de culturas, creencias e ideologías que con más o menos problemas, finalmente coexisten, para bien o para mal, en el mismo planeta. 
Pensaba si existirá el modo de esparcir un mensaje de felicidad, un llamado de atención, una brisa de salud mental y bienestar a la mayor parte de esos seres humanos...Comprendiendo que puede ser que gran parte de ellos no se interese por escucharlo, y respetando también aquella decisión.
Pensaba si alguna vez será posible que la felicidad se encuentre al alcance de todos, que los buenos momentos superen los malos en la vida de cada ser humano. Que las malas experiencias sirvan de aprendizaje para todos, que ningún alma esté torturada por una pena que no comprende la razón...
Pensaba si existirá algún modo masivo, efectivo y universal de decirle al ser humano en particular y a las familias en general, que mientras mejor sea la relación entre ellos, más felices serán. 
Y aunque pareciese obvio y obligatorio no todos los padres quieren a sus hijos y viceversa, aunque pareciese que la capacidad de entregar afecto y generar apego es instintiva y propia de nuestra especie, pareciese que no todos cuentan con la misma suerte. 
Hay padres que maltratan a sus hijos por hacer berrinches en las calles, y pequeños de un año golpeando a sus padres por no comprarles el juguete  de moda. 
Hay ejemplos de maltrato a nuestro alrededor y no es necesario esforzarse mucho en encontrarlos, basta sentarse un día cualquiera en una plaza cualquiera y veremos hombres maltratando mujeres, mujeres maltratando hombres, padres maltratando a sus hijos, y también pequeños maltratando a sus abuelas. La violencia pareciese ser una respuesta más instintiva que la capacidad de contener una frustración con amor, el berriche que termina en golpe pareciese ser más inherente  a nuestra especie que la capacidad de analizar una situación y responder a la desesperación de los demás con apoyo y cariño. 
Si pudiese pedir un deseo, ya no pediría paz mundial, ni educación gratuita para todo el mundo. Porque, he notado que ni una carrera universitaria, ni un oficio, ni un doctorado podrán hacer que todas las personas sean realmente felices. La felicidad de nuestra especie no está en la adquisición de estatus ni bienes materiales, tampoco en alcanzar cada vez más conocimiento. La felicidad se encuentra en el abrazo de los padres o seres significativos, en la capacidad de formar una relación sentimental real con aquel ser humano que se escoge para compartir el resto de la vida, para formar una familia.  O bien, en el amor espiritual que inspira una determinada creencia, en la fe que se estaciona en algunas personas que deciden dedicar su vida a la reflexión u oración. 
La felicidad de los seres humanos está en su capacidad de relacionarse adecuadamente, en su capacidad de recibir y entregar amor, en su capacidad de enfrentar cada desafío con la certeza de que cuenta con una red de personas que independiente al resultado estarán ahí para apoyarlo. La felicidad es independiente al estado de salud, la etnia, el nivel socioeconómico y el desarrollo intelectual, la felicidad es la certeza de saber que pase lo que pase otros seres humanos estarán contigo para apoyarte o simplemente para sonreír. 
Si pudiera pedir un deseo, pediría que todos los seres humanos tuviesen relaciones significativas con su entorno, pediría que en cada hogar cada niño cuente con alguien capaz de hacerle sentir seguro, que cada adolescente cuente con padres capaces de comprender sus cambios y en cada "nadie me entiende", reciban un abrazo que diga "puede que no te entienda, pero estoy aquí para apoyarte". Pediría que cada adulto que se enfrenta a problemas académicos o laborales cuente con amigos capaces de escuchar y ayudar en lo que necesiten, que cada adulto que sufre una ruptura amorosa sepa que es sólo el comienzo de un nuevo proceso y no el fin de la felicidad que había experimentado junto a esa persona. Y finalmente, que cada adulto mayor, contara con una familia capaz de entregarle el afecto que necesita y los cuidados para el desarrollo de su vida normal. 
Pediría, en definitiva, que cada uno de nosotros salga algunos minutos al día de la isla que cuidadosamente ha creado y bautizado como "Vida Personal", para encontrarse con lo que comunmente llamamos sociedad. 
Ya no creo que la conciencia social se encierre en una pancarta o un grito de insulto a la autoridad, al capitalismo, al que ostenta el poder ni a la oligarquía. La conciencia social es más fácil que luchar contra la corriente, los seres humanos felices son los que harán de este mundo un mundo mejor. Un mundo con menos desigualdad, un mundo sin violencia. 


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