Author: Anfechen
•9:02



El semáforo prendió su luz roja, es hora de bajarme de aquel cálido auto y enfrentar la fría mañana, el aire es incapaz de despeinarme, voy disfrazada de persona seria, mis rizos están enfadados y anudados en una elegante trenza, mientras cientos de horquillas luchan por mantener mi rostro despejado de algún inquieto mechón de cabello.
Mis labios están suavemente maquillados, eso para que parezca que tengo más de 19 años, yo camino rápido, en parte para llegar temprano y en parte para alejarme del frío. No respiro por la boca en todo el tortuoso camino hacia la calidez del hospital, ya que no sería bonito enfermarme y en lugar de cuidar contagiar a un paciente.
El camino es como siempre, rápido, cientos de perfumes me despiertan, el aroma a flores de una mujer alta, rubia y elegante, el olor a pino y madera de un hombre de maletín, la fragancia a uva de una estudiante de colegio. Todos caminan tan rápido como yo, pero no se si todos respiran de forma irregular para no llenarse la boca de aire frío, quizás eso sólo lo hago yo, porque no tengo amígdalas y detesto el dolor de garganta que sobrepasa mis límites de tolerancia.
Al fin he entrado a aquel lugar cálido, el hospital, allí todos corren, tanto para entrar como para salir. Comienzo a saludar con un “buenos días” de la forma más alegre que puedo, pues ahora estoy respirando bien.
Ha llegado la hora de ponerme la toca, cada vez que hago eso, pienso que es el broche de oro para mi disfraz. Entonces el día entero actuaré como una persona sin problemas, tranquila, serena y confiable. Como lo hace el ejecutivo desconocido del banco, el señor que vende el diario, la dueña de casa que debe mantener todo perfecto. Todos ocultando cada uno de nuestros sentimientos.
Alguien falleció en el servicio, sé que estará mejor en aquello que exista luego de la vida, pero no puedo evitar sentirme conmovida, me limito a hacer un minuto personal de silencio y orar.
Luego el trabajo me hará olvidar cada cosa, incluso lo que era antes de estar allí. Recordaré la fisiopatología de “x” enfermedad que me interrogue la profesora, la farmacocinética y mecanismo de acción de algún fármaco, probablemente justo de aquel que no había estudiado. Y como siempre, parecerá que no sé nada, aunque haya dormido poco sólo para saber lo que jamás preguntarían.
Pero así es la vida de una estudiante de enfermería, luego reiré irónicamente de todo lo que me acontece, junto a los que viven la misma realidad. Tendremos un almuerzo rodeado de casos clínicos, diagnósticos NANDA, NIC y los abominables NOC, todos pensando en CARPENITOS u otras sandeces.
Al fin habrá de llegar la hora de ir a casa y estar sola, entonces y sólo entonces recordaré lo que me conmovió en la mañana, una pequeña lágrima se derrama en mi trayecto hacia la casa en la micro, he recordado que tengo sentimientos tristes, que todavía la muerte me hace daño, luego recuerdo mis propios duelos. Es difícil no sentirse triste sabiendo que alguien en otro lugar está sufriendo y que entiendes exactamente qué es lo que le duele. Entonces pienso que sería fantástico tener un poco de tiempo almacenado en una ampolla de 20mgr, entonces lo pasaría por una vía venosa 18, para que avanzara rápidamente, esto sólo porque dicen que el tiempo cura todo. Y porque luego de tres años, a mi no me ha curado aún.
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2 comentarios:

On 4 de junio de 2009, 13:27 , El vago dijo...

Hace un par de días miré a un carabinero rumiando una goma de mascar a mandíbula batiente, jeje y mi mente socialmente entrenada dijo "que feo que un "paco" esté mascando chicle con la boca abierta"... y minutos después mi pedazo de mente aún libre dijo "¿pero es que acaso por ser paco no puede mascar chicle como quiera?, ¿ser como es?"... al parecer en nuestro desquiciado mundo todos nos difrazamos de algo y fingimos ser algo distinto a aquello que realmente somos.
¿Es que la enfermera no puede emocionarse por que un paciente muere?, ¿Es que debe ser absolutamente perfecta? amable, responsable, inteligente, rápida, eficiente, eficaz, preocupada por todos los detalles del servicio y de sus pacientes, segura, con un ojo clínico inigualable, independiente, gran líder... es decir social y profecionalmente intachable.
Esa es la definición; el perfil que cualquier Marisol Jara o Jessica McCowley daría de la enfermera actual... pero el problema está al final de toda esa lista... Socialmente... al parecer la sociedad pretende que vivamos para ella, que cumplamos con todas las expectativas que ella nos plantea aún a precio de la libertad de nuestra propia personalidad, transformándonos en el fondo, en seres reprimidos, llenos de caretas y mentiras para que todos al rededor sean felices.
Quizá el futuro no sea tan catastrófico, quizá aún existamos los desquiciados clorpromazina-dependientes (un antipsicótico, porsiaka, jeje), que rompemos normas y somos capaces de sobrevivir a eso, que le pegamos parches en la frente a nuestras profesoras, que reímos abiertamente con nuestros pacientes o dejamos escapar una lágrima cuando una injusticia con un anciano se comete y alzamos la voz para tratar de hacer algo.
Quizá podamos sobrevirir al rol social que se nos impone, imponiendo nosotros nuestra personalidas y jugando con ambas impocisiones para llegar a ser aquello que NOSOTROS queremos ser y no que los otros esperan que seamos.
Yo nunca he creído que el tiempo lo cura todo... mas que una ampolla de tiempo, les administraría a todos, por un cateter venoso central, vía subclavia, (para que vaya directo al corazón) unos 500 mg ev de clorhidrato de locura compuesto (300 mg de amor, 50 mg de autenticidad, 100 mg de alegría y 50 mg de empatía) para ver si logramos desconectarlos alguna vez del respirador artificial que es la Matrix en que vivimos.

 
On 19 de junio de 2009, 20:05 , Unknown dijo...

Ya no creo eso de que el tiempo lo cura todo... el tiempo nunca ha bastado.
Entiendo tu impotencia, quizás porque también la siento, casi todos los días, viendo noticias o sólo caminando por la ciudad.
Creo que estamos cansados de no emocionarnos...

Saludos, te amo!