Author: Anfechen
•14:44
Camino por la orilla de un sendero franqueado por lo árboles, son enormes y altos alámos, con sus hojas amarillas y otoñales, la brisa es fría y despeina mis risos. No intento anudarlos otra vez, solo dejo que el viento me despeine y acaricie con su frio y acogedor abrazo. A fin de cuentas, sólo me queda el otoño...
He decidido doblar en la vuelta de la esquina, me aburrí de los alámos y su otoño desgarbado, ahora el frío cemento mojado me espera anhelante, las gotas de lluvia rebotan la acera, y mis risos se alisan con la lluvia, que se vuelve cada vez más y más fría. El paisaje se ha vuelto espesoy blanco, un paraguas rojo se ve a lo lejos, es lo único colorido de este día, y por cierto, es algo artificial, pues la naturaleza quiere sólo calma...
Continúo en mi caminar y ahí están las flores alérgenas, paseando de un lado a otro, felices y por supuesto, muy exesivamente primaverales. Son alegres y regalan alegria y alergia en cantidades industriales, no sé que me producen, quizás sólo la inagotable fuente de emociones cambiantes de Noviembre. Toneladas de tristeza pintadas en forma de estrellas en aquel firmamento inquietante que se vuelve aún peor cuando hay luna llena...
Fugaz y rápido aparece también el amor, como la brisa de primavera en medio de un parque verde diseñado para que el corazón lata por algo más que sangre y oxígeno en su alocado trote adolescente.
Aún no me canso, quiero continuar agotandado pasos de forma lenta y desgarbada, porque no decirlo, probablemente algo agotada, ahí está el angustioso sol de verano, molesto y nefasto, odioso y ocioso. Pero a fin de cuentas, cargado de descanzo...
Ya ha anochecido, he comenzado a trotar por las calles, ya no veo nada, pero simultáneamente de todo, no sé de donde provienen pero hay violines por todas partes. En una alocada carrera, que compite con mi corazón inyectado de adrenalina los violines suenan sin cesar, atractivos e insinuantes. No sé donde están, pero sí que mis pies ahora danzan, una puerta se cierra de golpe, ahora otra más. Continúo corriendo, la noche sigue siendo noche y todo está desierto, todo salvo mi imaginación, ya que los violines siguen sonando. Ahora también hay luces, luces de todos los colores y formas, parecieran danzar en ese mismo alocado y delicioso ritmo que escucho. He llegado a una estación sin etiqueta, pues llueve pétalos de rosa, naturalmente rosados, y no me extrañaría ver también caballos alados.
Estoy donde quiero estar, sola, pero siempre contigo, que probablemente no seas más que mi imaginación, un puñado de arena, o una gota de sangre que avanza oxigenando mis sueños. Tú que para mi eres todo, y para otros nada. Contrucción social, creación de la imaginación del hombre en su afán de respuestas, no me importa cuanto se sepa o se escriba de ti, tampoco que nadie entienda qué significas para mi. Tú, arrebato de imaginación convertido en estación.
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1 comentarios:

On 18 de octubre de 2009, 15:56 , Marcelo Munch dijo...

Se agradece la pausa, y la paz.