Author: Anfechen
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El sol peleaba con la nubes en el vano intento de aparecer en todo su esplendor mientras éstas en una obstinación sin precedentes insistían en ocultarle. Bajo esta encarnizada lucha, sobre el tejado de una vieja construcción que amenazaba con desplomarse estaba Ángel, acaparando la atención del viento que gustaba de enredar su cabello dorado. Su decisión era clara, anhelaba que aquel viejo edificio cediera al paso del tiempo y la acción del amoniaco que dejaban las palomas, quería que de una vez por todas se redujera a escombros, y por su puesto, quería caer junto con él. Pero aquel hermoso día no llegaba jamás, llevaba ya dos años completos viviendo en aquel lugar, ya había bautizado a casi todas las palomas que se posaban sobre él, y francamente, con el correr de los meses los nombres involucionaban en creatividad, al punto de que el último ejemplar se llamara Terminator 4. Sin embargo, no todo era tan tedioso, de forma puntual el sol le deslumbraba cada mañana, al atardecer veía como corrían los niños del colegio a la casa,y cual espectador de una obra teatral se iba enterando de las historias y problemas. Por ejemplo, Diego, el pelirrojo retraído que moría de amor por Lucía, una adolescente preciosa que asistía en su mismo curso ya comenzaba a entablar conversaciones más consistentes con la muchacha. Cuando los veía Ángel suspiraba, si parecía que era ayer cuando el pobre de Diego lloraba por su rechazo pateando piedras. Bueno, era la ley de la vida, por la misma razón el reloj avanzaba en sentido horario y no antihorario, o al revés, quién sabe. ¿Por qué se le habrá ocurrido al genio que hizo el reloj y decidió contar cada uno de los segundos que vivimos en este mundo, que debían las manecillas viajar hacia la derecha y no a la izquierda? Probablemente, porque como la mayoría de la población, el sujeto sería diestro. Claro, pensó con indignación, los diestros y sus letales formas de discriminación que incluso nos hechan en cara a cada minuto que somos una minoría de zurdos. Luego rió por la extraña conclusión, el mundo funcionaba como le acomodaba a la mayoría, pero la mayoría no le acomodaba a él.
Continuará
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