Author: Anfechen
•8:42
La luna estaba estacionada en ese cielo y una suave brisa tibia jugueteaba con su cabello, ella suspiraba y sonreía sólo por existir, sólo por poder sentir como el viento acariciaba su rostro.
La luna de pronto cambió de color, ya no era blanca y una sombra comenzaba a bajar lentamente, quizás por su característica palidez la mancha parecía muy oscura, quizás porque eso era muy infrecuente, pero sintió miedo, un miedo difícil de explicar. La aflicción se apoderó de su pecho y Alelí empezó a correr en dirección al bosque, no resultó difícil, ya que los rayos de la luna iluminaban sus pasos, ni siquiera tropezó.
Pasaron así los minutos y el bosque perdió luminosidad conforme avanzaba, Alelí retrocedió sobre sus pasos, nuevamente corriendo, al fin llegó al claro nuevamente...
La luna ya no era pálida y la mancha oscura ya casi cubría tres cuartas partes del brillante círculo, ahora era roja, una macha rojiza estaba casi totalmente esparramada por esa suave luna. Alelí sólo pensó una cosa; la luna está sangrando, quiso ser mucho más fuerte y dulce de lo que era, quiso poder acunarla y curarla, quiso decirle que cuidaría de ella, porque cada vez que la luna aparecía en el cielo ella se sentía infinitamente acompañada y feliz. Pero era pequeña, frágil además, sus bracitos jamás podrían llegar hasta el cielo, alzó sus manos intentando quitar esa mancha, su mano se veía tan pálida como solía ser la luna, pero no ocurrió. Se sentó entonces exhalando fuertemente, su cabello rojo fue a parar sobre la pálida frente y ya sin mucho más que hacer, se durmió.
Desde lejos observaba divertido ese extraño cuadro Victor, también tenía 8 años, pero no le temía a la mancha de la Luna, estaba realmente fascinado, imaginaba que aquella mancha roja sólo podía ser una guerra brutal en la superficie del satélite, imaginó bestias feroces...o quizás una gran erupción de lava ardiente, o que tal un fuego desencadenado por dragones en la luna. Cualquier escenario le parecía igual de fascinante. No notó cómo sus pasos lo guiaron, pero ya estaba cerca de Alelí cuando se detuvo, el silencio de la noche fue quebrado por un sonido agudo y suave al mismo tiempo, el cuerpecito de Alelí temblaba lentemente. ¿Tendría frío?, se agachó a verla más de cerca y le ofreció su chaqueta, ella respondió que no tenía frío y entonces vio su carita, de esos grandes ojos corría no una, sino que varias lágrimas. ¿Estaba llorando? Le quitó el mechón de cabello de la frente para verla mejor y entonces la luna ya nunca más le parecería un escenario de brutales batallas. La luna era blanca y ahora tenía algo de rojo, era tan blanca como Alelí. Ahora la luna le pareció hermosa.
La chica continuaba llorando y cuando explicó cuánto sufría por la luna el sólo pudo jurar que nunca le contaría su teoría sobre el color rojo de la luna...
Está roja- dijo, mientras secaba las lágrimas de la chica- porque el rojo se ve muy bonito junto al blanco y se quiere parecer un poco a ti.
La chica se sonrojó y Victor no pudo hacer otra cosa más que abrazarla con todas sus fuerzas y prometer que pasara lo que pasara él cuidaría de ella. 

FIN
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