Author: Anfechen
•11:37

De pronto la vida no era tan mala como parecía ni como la pintaban las noticias, no todo era un desastre y salir a la calle no era sólo exponerse a un asalto. Tanto tiempo encerrada en su propio mundo de miseria y angustia la llevó a crearse un mundo oscuro y desagradable. Pero todo cambió aquel día, en que fue preciso salir, pues de lo contrario no tendría alimentos para todo un mes. Luz, estaba acostumbraba a encerarse en su casa y no salir de ella, a menos que fuera estrictamente necesario, y como trabajaba en su propio hogar, esto no era muy complicado. Sus compras las realizaba por Internet y los productos simplemente llegabas a sus manos. Su vida social se limitaba a chatear de vez en cuando con un amigo (que jamás había visto) de China. Mas, ese día fue de aquellos en que colapsó el sistema y se vio obligada a salir de compras. Con su habitual paranoia salió, mirando lo horrible que era todo aquello y agradeciendo no ser parte de todo ese vil mundo, en efecto bastaron unos minutos fuera de casa para notar mil falencias y una sarta de defectos de nuestra ya denigrada especie. Personas asaltando a otras, políticos mintiendo descaradamente. De hecho Luz se cuestionaba quién era peor si aquel ladrón de terno y corbata disfrazado de oveja tras una amplia y cordial sonrisa o aquel otro carterista profesional que no engañaba a nadie sobre su “oficio” pero que de todos modos dañaba a los demás. Claramente el primero es peor, se dijo- mientras continuaba su trayecto- pues las sumas de dinero que sustrae son enormes, sin contar el engaño… Sin embargo algo interrumpió sus pensamientos, de pronto vio aquellos ojos que no olvidaría fácilmente, él la miró sonriendo y le entregó una flor, sin pedir nada a cambio le obsequió una flor y una sonrisa-Una sonrisa en medio de tanta fealdad no era algo que se viera a diario. Luz, quedó impactada y sonrió al mimo, el muchacho le hizo una señal de despedida con la mano y se marchó caminando de manera graciosa. Luz hizo las compras y volvió a su hogar pensando aún en el muchacho. Tal vez no todo era tan terrible, la ciudad no era tan mala, quizás si salía de nuevo podría ver a más personas así, quizás muchos querían cambiar el mundo, como ella también lo había deseado en su niñez. Probablemente ella misma había acribillado sus sueños, culpando a la sociedad de ello, pues fue ella quien no tuvo el valor luego de varias frustraciones, de salir adelante. Quizás las respuestas a todas esas interrogantes se encontraban en los lugares que más detestaba. Allí en la calle, el lugar que resaltaba los peores defectos de la humanidad; donde todo el mundo veía a los demás sufrir por un determinado percance sin detenerse a ayudarlo, allí donde se contaminaba el planeta de manera descontrolada y sin cargos de conciencia, pues el dinero recibido por las industrias parecía cubrir con una especie de seguro estos malestares. Quizás en aquel lugar lleno de malas acciones podría encontrar las respuestas que no le dio la soledad.


Fue por eso que decidió salir de nuevo, simplemente a pasear por la plaza, a sentarse un momento a mirar todo, se entretenía observando a un malabarista de un semáforo cuando el mimo se sentó a su lado.-Aunque no se me permite hacerlo puedo hablar, si me da algo…-decía un pequeño cartel y el mimo la miraba directamente a los ojos, sonriendo. Ya lo sabía, dijo Luz esbozando una triste sonrisa- Nadie entrega nada gratuitamente, ¿Cuánto valen sus palabras? Una sonrisa suya, escribió el mimo- Luz sonrió apenas leyó el mensaje, pues lo encontró hasta gracioso.-Bueno, comenzó a hablar el muchacho, no se si me recuerda, ayer yo le entregué una flor, espero que le sirviera de algo…Claro-dijo luz- me hizo pensar bastante sobre tantas cosas, que decidí salir de nuevo- Lo sé respondió el mimo, yo sé que usted no acostumbra a salir de su casa, que quisiera que todo fuera distinto, la agobian los problemas, odia la fealdad de todo esto y se encierra en su mundo, tratando de ser feliz, allí escondida, mas no lo consigue. Ud continúa pensando en lo horrible que es todo, en lo bueno que es no ser parte de aquello…mas no es feliz, aún considerándose diferente y ajena a todas estas fechorías...Luz lo miró sorprendida, ¿Cómo podía aquel joven saber tanto de ella? Ni siquiera ella misma se había cuestionado, qué tan feliz era en su solitaria y cómoda vida…pero en realidad él tenía razón, no era feliz. Entonces preguntó- ¿Por qué no logro ser feliz si hago lo que quiero, si evito lo malo, si sólo trato de hacer lo que considero correcto, si ya no soy parte de esta farsa, si ya no pertenezco a ningún grupo ni institución de aquellas que inevitablemente se corrompen junto con sus miembros?-La respuesta está aquí-dijo él serenamente, está aquí, en todo lo que siempre has rechazado, pues de nada sirve alejarse de lo que te molesta, siempre te persigue, aunque evites salir a la calle, sabes que afuera siguen pasando las mismas cosas malas, sabes que todo continúa igual. Que el alejarte no mejora, ni empeora las cosas. Por eso no te alivia, no eres individualista aunque a veces quisieras serlo. Luz meditó por un momento y notó que en efecto ese era el vació de toda su teoría de felicidad, a pesar de todo, ella quería cambiar las cosas, no sólo su vida, no bastaba con alejarse de todo. No bastaba con huir de lo malo, lo que tenía que hacer era cambiar aquello. Satisfecha con la respuesta miró de nuevo al mimo, este ya no estaba. Mas había dejado una nota. “Nada es totalmente malo, incluso un reloj sin pilas está en lo correcto dos veces al día, no debemos huir de lo que nos atormenta, debemos enfrentar los problemas y en lo posible solucionarlos” Luz contempló la hoja largo rato, y miró a la calle, ya nada era tan feo, de pronto los niños jugaban, las pajaritos volaban alrededor de la plaza. El mimo no regresó más, Luz preguntó por él, pero nadie parecía conocerlo. Hasta que un día alguien tocó la puerta de su casa, era un nuevo cartero. Luz lo miró asombrada, nunca olvidó aquellos ojos color miel, era el mimo, estaba segura.- Con una amplia sonrisa le dijo- muchas gracias por todo. No sabe cuanto ha cambiado mi vida desde que lo vi, todo gracias a una sonrisa. El cartero la miró en silencio y fijamente.- Hoy no quería trabajar y mire qué sorpresa me he llevado, le dijo sonriendo. A veces todo cambia, yo encontré un nuevo modo de solucionar los problemas…venía a agradecerle, pues noté que es mejor hablar y no sólo sonreír, gracias a usted.
Así Luz comenzó a hacer amigos, y continuó dedicando parte de su tiempo a hablar con los demás a escucharlos y notó que cada problema tenía su solución. El cartero, continuó cambiando siempre de oficio buscando el modo de ayudar a más personas.


Fin

Valentina Castro Godoy
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